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L’écho
L’ÉCHO Y SUS REVERBERANCIAS
febrero 2011
«Dime lo que escuchas y te diré como eres» suelen decir algunos titulares con infulas de creatividad. Siguiendo con el aporte «berreta», le agregaría un toque más, y quedaría algo asi: «Dime lo que escuchas, como lo percibes, lo procesas, y lo vuelves a transmitir…y te diré quien creo que eres» porque en el camino, el mensaje original se modifica, y lo que uno generalmente recibe son ecos de ese primer concepto.
En este caso, hay tres emisores que se encuentran (Leandro Frías, Andrés Oddone y Cristóbal Paz), hacen un esfuerzo creativo para unificar sus ecos en uno solo, lo vuelven a procesar, y por esas cosas de la acústica, esta vez obtenemos sus reverberancias.
Y qué se puede descubrir a primera oída? Una pseudo simpleza, engañosa, cómplice, creada con un espíritu lúdico.
En la intro captan tu atención, y ya te hacen un amague de una superproducción que no será…porque se plantean un desafío, basado en la premisa de que se pueden hacer cosas geniales con ideas simples. Acústicamente hablando, un sonido pequeño puede convertirse en algo ensordecedor a través de un eco.
Rápidamente empezamos a captar, con oído mas atento, los ecos que conforman estas reverberancias: Primero un ritmo dancehall, extremadamente tranquilo, con texturas de sonidos mas cercanos a los de una percusión folclórica, con voces como si hubiesen sido grabadas sin escuchar la música. Pero a no asustarse, porque funciona a la perfección. Es parte del espíritu lúdico del que les hablé. Todo esto nos introduce a una curiosa interpretación de una
poesía de Juan Gelman.
Luego, la reverberancia llega en un añejo ritmo de trip-hop. El clásico redo de «Hit or Miss» de Odetta intenta en vano volver cálida y luminosa una situación fría…Lamentablemente, no tengo idea de lengua francesa, pero la composición y el nombre de la pieza «Distance» parecen decir todo. Pérdon si me equivoco.
A medida que nos metemos en las reverberancias, vamos captando también el juego de contrastes que hay en el álbum. «L’écho» comienza como un reggae de lo más gélido y oprimido, que de a poco se va soltando y dejando entrar la luz. Por momentos recuerda a la sensación de escuchar algunas piezas de Serge Gainsbourg.
Una caja de ritmo retro, digna de un la era no wave/new wave, hace de apoyo y da pie a un recitado del uruguayo Eduardo Mateo. Todo sucede en un clima minimalista, con sonidos cotidianos, como despertadores y ladridos de perro de suburbios, que ayudan a generar un clima de rutina y desconcierto perfecto para la letra.
Un irónico intermedio (bossa nova bajo la lluvia?), eco de las primeras grabaciones de Zort, nos da un descanso antes de pasar a una experiencia que se asemeja a una sesión de hipnotismo: una melancólica introducción de jazz nos induce al trance. Una tribal y compleja base ayuda a que nos imaginemos mentalmente el relato, muy descriptivo, de Frías, para luego volver con el mismo piano con el que nos fuimos.
Laguna brava, uno de mis favoritos del disco, empieza con un beat simple, un piano rhodes y una guitarra, tocada en lo que parece ser una escala pentatónica, que se asemeja a una melodía oriental. De a poco el recitado rural de Leandro Frías se va convirtiendo -gracias a los arreglos extras- en una especie de abducción, en la que somos llevados desde esa imagen campestre hacia una visión casi cósmica del pasaje.
Una vez más, en «Tu piede», los ecos de Juan Gelman aparecen (también interpretado de manera peculiar), acompañados de un clima músical que recuerda a la electrónica alemana de fines de los 90’s y comienzo del nuevo siglo, especialmente a cosas del sello Ladomat,que fueron gran influencia de Andrés por esos tiempos.
Como sonaría mezclar ecos del período «disco» de Arthur Russell con Eduardo Mateo? Hacía el final del disco tenemos obtenemos una irónica respuesta: «Esa Tristeza» es otra de las piezas que nos recuerda nuevamente el juego de contrastes del álbum, pero que en todo momento han sido puestos de manera muy efectiva.
Ya en el último tema del disco, las reverberancias se van diluyendo. Un amague de electro respirado da paso a un bajo marcado al estilo de P.I.L. o E.S.G. que acompaña la voz de Leandro, que recuerda mucho a los «cinco magníficos» de Sumo. El punto culmine de la tensión llega al final del recitado.
Si las reverberancias se iban perdiendo, fue intencionalmente. Al final aparecen, en formato dub, los ecos totalmente explícitos.
Quizás sea para que quede bien claro el concepto desde el cual partimos: Todos somos eco de algo, que escuchamos, vimos, leímos o experimentamos. La cuestión es si, -como dije varias veces- «acústicamente hablando» nos proponemos a jugar un poco con ellas, y las transformamos, aunque sea en algunas ocasiones en algo más, algo distinto…como reverberancias.
Francisco Martínez.
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L’écho
L’ÉCHO Y SUS REVERBERANCIAS
depto.commons _ febrero 2011
Es el encuentro musical de Leandro Frías (Buenos Aires) Andrés Oddone y Cristóbal Paz (Córdoba). Las materias primas de sus composiciones son la poesía, el folk, el dub, el reggae, la improvisación y el gesto. Un proyecto de ida y vuelta entre ambas ciudades argentinas, entre sendas formas de ser. La improvisación en la que se basó el proceso creativo dio como resultado canciones y recitados que transitan climas bien logrados con definida personalidad; hipnotismo, electrónica orgánica y sensitiva.
Ficha Técnica:
Grabado, mezclado y masterizado por L’écho en Estudio del Potrillo entre enero de 2006 y abril de 2009. Provincia de Córdoba, Argentina. Arte de tapa por n.u.v.e.Tracklist
1. Intro
2. Tus ojus (poema de Juan Gelman) (•)
3. Distance
4. L’écho (adaptación de un poema de Henri Michaux) (••)
5. Ni me puedes ver (versión libre del tema de Eduardo Mateo)
6. Intermedio
7. Padre e hijo (Poema de Leandro frías)
8. Laguna brava (Poema de Leandro Frías)
9. Tu piede (Poema de Juan Gelman) (•)
10. Intermedio
11. Esa tristeza (versión libre del tema de Eduardo Mateo)
12. Piel de azahar (Poema de Leandro Frías)(•) Extraído del libro «Dibaxu»
(••)Extraído del libro «Momentos»
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