La carta del Apocalipsis gana por nuestra vocación melancólica

Entrevista a Juan Terranova
Por Ricardo Ruiz Abaxcal

El título de su segundo libro de cuentos es largo y sus derivaciones, complejas.
Instrucciones para dar el gran batacazo intelectual argentino, editado por Reina Negra,
una joven editorial de la ciudad de La Plata, esboza una especie de mapa urbano del
mundo intelectual argentino. Su autor, Juan Terranova, responde aquí algunas preguntas.

¿Por qué escribir cuentos hoy?

Todos escribimos y leemos cuentos todo el tiempo. Son como documentos de época, ¿no? Las novelas también. No hay mucha diferencia entre novela y cuento hoy, ni siquiera en la longitud, en el espacio desarrollado, en la cantidad de caracteres. Ambos son géneros arcaicos, como las películas en fílmico, las proyecciones en 35. Tienen esa nostalgia intrínseca, esa vocación experimental, viene envuelto en las vendas de la momia blanca que es inmortal. Géneros que a nadie le importa, pero de los cuales todavía no se puede prescindir, objetos de gran prestigio pasado, géneros polvorientos, sin pretensiones de mercado, géneros que leemos entre amigos. En esa esquizofrenia se vive acá. Para lo demás existen las redes sociales, las series pirateadas, los portales de noticias.

Se dice que los editores no quieren cuentos, que buscan novela.

Los editores de hoy, a priori, son un grupo de selectos y alegres extraviados. Los que ellos quieran cae adentro de esa alucinación colectiva y masturbatoria llamada con pomposidad “el mundo editorial”. Teniendo Internet lo que quieran los editores – ¿Quienes? ¿Cuándo? ¿Dónde?– es problema de la neurosis de esos editores. Por otra parte, mi camino en la narración tiene un final muy cercano en la crítica. Cuando me termine de convertir en un crítico y deje atrás al primitivo narrador habré evolucionado y estaré más cerca de ser Kurt Wagner, que es mi X men preferido, el que estuvo a punto de matar al presidente de los Estados Unidos y reza en alemán. Un mutante que tiene fe. No es poca cosa.

¿Cómo se escribe un cuento? ¿Qué diferencias hay con una novela?

Supongo que usted sigue el Manual del Periodista Cultural, la parte donde se explica “qué
preguntar si no leyó el libro”.

Lo leí. Hablemos del libro. Las Instrucciones para dar el gran batacazo
intelectual argentino ¿existen?

Todo el mundo da consejos e instrucciones sobre todo. La idea es que “las instrucciones” ya son un género. Me gustaría que alguien siguiera mis instrucciones, o las instrucciones que se destilan de mi libro, a ver qué pasa. Sería una verdadera perfomance artística.

¿Dónde se dictan las instrucciones ya probadas?

En las redacciones de los diarios poderosos. Ahí está la papa. Ahí enseñan la dulce genuflexión cultural del éxito. Luego las fundaciones que ponen dinero en “proyectos”. Ah, esas cuentas en las que se depositan los haberes de la burocracia. Qué números gordos, qué satisfechos están sus poseedores, cuántos viajecitos de placer y trabajo se hacen por el mundo inyectándose el virus narcisista de la importancia. Es casi digno de Cervantes, o mejor, de ese filo que no llega a la picaresca pero se siente enseguida cuando leemos a Flaubert. El burócrata cultural consultando su saldo un viernes a la noche en un papel satinado que le entrega el cajero automático, y enseguida relamiéndose con los números. ¡Cuántas cosas le va a permitir ese dinero! Muy por atrás de los “grandes medios” llegan las universidades. Ahí también se ven las mieses del sistema que disciplina y premia, pero desde luego son menos suculentas y mucho más sufridas.

¿No lo premios literarios como en su cuento?

No, desde luego que no. Esta mucho mejor ubicado el que premia y trabaja en la institución que premia que el premiado. Hago una precisión: no los jurados, que finalmente son unos poligrillos y trapicheros de idéntica categoría al que va a recibir el premio, que a lo sumo ostenta un par de galardones más, sino los funcionarios y los editores que organizan el premio. Creo que el premiado va atrás de una zanahoria que no existe. Por lo demás, hay amarguras –el mate, el desamor– que suelen agradar. Y también, gran sorpresa, hay premios que entregan buenas obras con jurados que saben leer. Sí, como las brujas, no existen, pero que los hay los hay.

¿Quién dió el gran batacazo intelectual argentino?

La palabra batacazo para mí tiene connotaciones económicas. El prestigio, por ejemplo, es una categoría económica encubierta.

¿Usted aspira a dar ese batacazo?

Me arreglo con que me dejen trabajar. Me gusta trabajar. Escribir, producir, leer, comunicar, hacer cosas que existen.

Teóricos literarios, matricidas, zombies, soldados del siglo XIX, camarógrafos, estudiantes porteños, ninfómanas obsesionadas con reptiles, madres de plaza de mayo mecanizadas, ¿de dónde salen esos personajes?

Quizás debería decir de la web y de las calles de Buenos Aires, aunque cada vez hay menos diferencias entre la calle y la banda ancha. Es una fusión hermosa esa, que negarán desde luego todos los que niegan la importancia del Logos en la vida. O incluso aquellos que separan experiencia de vida intelectual. Todavía existen esas torpezas, como si escribir y leer fueran opuestos a caminar por Avenida de Mayo. Si nuestros poetas existencialistas y vitales al menos fueran a la guerra…

Usted avisó a la salida del libro que habría una edición digital para descargar gratis. ¿Por qué?

¿Por qué no? Hay un ciclo, muy breve, del libro de papel. Cuando termine ese ciclo, hablamos de Reina Negra para hacer una edición gratuita y digital que se pueda descargar de la página del CEC, el centro de estudios del que forma parte. La dirección es http:// www.elcec.com.ar

¿Qué piensa de los que anuncian la muerte del libro de papel?

La carta del Apocalipsis gana por nuestra vocación melancólica. Lo dijo, entre otros, George Steiner: “El pensamiento lleva dentro de sí un legado de culpa”. Lo que aburre es la falta de imaginación, ser presa de ese estigma y repetir como un burro la patada al aire. Sale mucho el tema del fin del mundo interior, y ya lo veo gastado. Todo se acaba todo el tiempo. El absoluto es una mercancía usual. La usamos cada vez que podemos. La deseamos. Es parte de una rutina. Diría que es hasta banal.

¿Por qué siempre adopta esa posición escandalosa?

Siempre no, cada tanto. Tengo una baja tolerancia al aburrimiento y una alta vocación por la disrupción. Hay, creo entender, una unión de consecuencia entre estas cuestiones. Son escenas de la vida contemporánea cuya tradición se remonta a la invención misma de lo humano. El niño juega con su juguete, se aburre, lo rompe, busca otro…

Hace poco escribió en un artículo “entiendo que ese, Buenos Aires, es mi tema. Mi tema, puedo decir, excluyente”. ¿Qué significa eso?

Es una declaración de amor y una imposibilidad. Amor a una ciudad, imposibilidad de ser otro, diría resignación feliz de no poder ser otro. En tu cara, Rimbaud.

Última pregunta. ¿Qué está leyendo ahora?

El otro día encontré un texto compuesto de 41 puntos sobre Mario Balotelli, el jugador italiano de origen africano. Es mi nuevo ídolo y el texto me pareció un poema en prosa hermoso, un verdadero retrato en síntesis. Lo leo y lo releo y cada vez me gusta más. Qué gran personaje Balotelli. El texto se consigue googleando “Las 41 locuras de Mario Balotelli”.

 

INSTRUCCIONES PARA DAR EL GRAN BATACAZO INTELECTUAL ARGENTINO
relatos

Juan Terranova. Ediciones Reina Negra-CEC. Buenos Aires, 2012.
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