Formas biográficas. Museo Reina Sofía

Madrid, España. Hasta el 31 de marzo de 2014.
Formas biográficas
Construcción y mitología individual
Museo Reina Sofía
Sede central
http://www.museoreinasofia.es

 

 

museo_reina_sofia_muestra_formas_biograficas_marzo_2014

 

Formas biográficas
Construcción y mitología individual

 

La dicotomía entre práctica creativa y vida ha sido uno de los ejes fundamentales sobre el cual se ha articulado la reflexión histórico-artística a lo largo de los siglos.

Desde el referencial texto Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos (1550-1568) escrito por Giorgio Vasari, la búsqueda de elementos que relacionasen la vida de los creadores con su obra ha constituido uno de los modos hegemónicos de narrar la historia del arte. Esta metodología ha sido cuestionada en la segunda mitad del siglo XX, especialmente con las aportaciones de las teorías estructuralistas llevadas al campo de los estudios sobre arte.

La exposición Formas biográficas. Construcción y mitología individual se centra en la exploración de la identidad como construcción y reconstrucción subjetiva, al modo en que Franz Kafka la entendió cuando escribió: “La escritura se me niega. De ahí mi plan de investigaciones autobiográficas. No biografía, sino búsqueda y descubrimiento de elementos lo más reducidos posible. Ahí es donde me edificaré luego, igual que un hombre cuya casa se tambalea quiere construir una sólida al lado, a ser posible sirviéndose de los materiales de la vieja”.

La actividad artística como construcción biográfica se despliega a menudo en forma de relato mítico. La mitología individual, cuyo origen se puede encontrar en la crítica literaria del romanticismo, se reactiva dentro del vocabulario artístico en la década de los sesenta. La leyenda biográfica, producida en la construcción de una mitología individual, es una crítica del biografismo: ésta da forma a las crisis de identidad vividas en el individuo en sus distintas relaciones de pertenencia cultural y social. De este modo, la exposición contesta el esquema tradicional de una historia del arte lineal centrada en la superación estilística y la sucesión de vidas de artistas, para trasladar su foco de atención hacia la identidad individual como forma experimental.

La exposición Formas biográficas. Construcción y mitología individual, organizada por el Museo Reina Sofía y comisariada por Jean-François Chevrier, revisa el potencial narrativo del arte desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días explorando, como línea argumental de la muestra, las diversas formas utilizadas por los artistas para construir su identidad y biografía personal.

Desde Giorgio Vasari, autor de Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos, la biografía, como relato más o menos verídico de una vida, se ha conformado como parte inherente en la narración de la historia del arte, la cual se ha escrito principalmente como una sucesión de obras y de vidas de artistas. Durante siglos, la práctica común y dominante entre los historiadores ha sido regirse bajo ese esquema: «la vida y la obra». Esta estructura, que aporta coherencia a las diversas relaciones entre las obras y la biografía de los artistas, fue cuestionada de manera sistemática durante la segunda mitad del siglo XX. Partiendo del arte como relato, la exposición intenta analizar cómo los artistas, a partir de él, crean su pasado y una historia propia que es, en todo caso, una construcción.

A través de más de 275 obras, entre pinturas, esculturas, instalaciones, fotografías, extractos de películas, dibujos y material documental, la muestra analiza las modalidades en que los artistas, a semejanza de los escritores, se afanaron en transformar la idea del relato biográfico, que implica una concatenación ordenada de hechos, y superaron las convenciones de la técnica biográfica al elaborar libremente ciertos elementos de su propia trayectoria vital.

 

Construcción y mitología individual

Con este planteamiento, la exposición abre dos líneas de trabajo: la mitología individual, que surge cuando el creador conforma su propia historia, su biografía a medida y crea su personaje; y la construcción, consistente en buscar los elementos básicos y esenciales de la obra de arte con el fin de articular la biografía del artista. En el primer caso se partiría de la biografía para acercarse a la obra de arte y, en el segundo, de la obra de arte para aproximarse a la biografía.

Estos dos conceptos marcan la estructura expositiva y se personifican en la muestra en las figuras de dos literatos: Gérard de Nerval y Franz Kafka, respectivamente.

La idea de mitología individual proviene de la crítica literaria del romanticismo y resurgió en el vocabulario del arte con Harlad Szeemann en los años sesenta y setenta para caracterizar la obra del escultor Étienne-Martin. Designa, esencialmente, una manera de trascender los datos del registro civil, así como el orden cronológico de la experiencia vivida. La mitología individual es una de las manifestaciones más espectaculares dadas al proyecto de “cambiar la vida”. En esta línea, el poeta Gérard de Nerval se erige en la exposición como primer ejemplo de esta noción de mitología individual. Experto en fábulas biográficas y genealogías fantásticas, recurre al seudónimo como primer acto de la reinvención biográfica.

El segundo de estos escritores, Franz Kafka, reconocido por novelas como El proceso, El castillo o La metamorfosis, alude al concepto de construcción en uno de sus múltiples textos autobiográficos al afirmar: “La escritura se me niega. De ahí mi plan de investigaciones autobiográficas. No biografía, sino búsqueda y descubrimiento de elementos lo más reducidos posible. Ahí es donde me edificaré luego (…)”. En este pensamiento está la raíz de la exposición, pues examina el modelo constructivo de la biografía, tal como se ha aplicado a la actividad artística, a partir de elementos documentales o ficticios.

 

Artistas presentes en la exposición

Antonin Artaud, Louise Bourgeois, Georges Braque, Brassaï (Gyula Halász), Robert Bresson, André Breton, Günter Brus, Claude Cahun, Lygia Clark, Bruce Conner, Joseph Cornell, Camille Corot, Max Ernst, Pepe Espaliú (José González Espaliú), Étienne-Martin, Walker Evans, Marina Faust, Léopold Flameng, Alberto Giacometti, Tomislav Gotovac, Philip Guston, Raymond Hains, Franz Kafka, Tadeusz Kantor, Martin Kippenberger, Paul Klee, Alfred Kubin, Henri Le Secq, Maruja Mallo, Jyvia Soma Mashe, Ludwig Meidner, Charles Meryon, Duane Michals, Santu Mofokeng, Edvard Munch, Célestin Nanteuil, Gérard de Nerval, Ocaña, Henrik Olesen, Michelangelo Pistoletto, Charles Ray, Jean Richer, Gerhard Richter, Mark Rothko, Raymond Roussel, Anne-Marie Schneider, Kurt Schwitters, Ahlam Shibli, Arpita Singh, Alina Szapocznikow, Dorothea Tanning, Ed Templeton, Claire Tenu, VALIE EXPORT, Jeff Wall y Francesca Woodman.

Organización: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Comisario: Jean-François Chevrier
Adjunta al comisario: Élia Pijollet
Coordinación: Belén Díaz de Rábago, Fernando López y Natasha Goffman

 

 

La exposición

Ambos conceptos, mitología individual y construcción, se entremezclan a lo largo de las trece salas que componen la muestra, que arranca planteando el peso de “la habitación”, ese espacio de origen de la biografía que, junto al nombre, define al individuo en sus comienzos. La obra de Paul Klee, Zeichnung zur Zimmerperspektive mit Einwohnern [Dibujo para perspectiva de habitación con moradores] (1921/24)], preside la sala en la que la idea de la habitación se extiende a ese lugar donde el ser humano nace y muere.

A través de varias obras se muestran dos visiones contrapuestas de ese tránsito entre la vida y la muerte: una más poética, la que refleja la obra La Mer bleue (2012), de Anne-Marie Schneider; y, otra, enfrentada a ésta, con un enfoque más grotesco, representada en una pintura de Martin Kippenberger, Sin título (1988). En este espacio también se plantea la relación con la figura paterna como forma de construcción de la vida, a través de las obras Padre e figlio [Padre e hijo] (1973) y Biennale 66 (1962-1966), de Michelangelo Pistoletto, y Podría prestarte algo, pero en eso no te haría ningún favor (1985), de Martin Kippenberger, en la que Picasso, a quien siempre admiró, engendra la figura del padre.

Las siguientes salas abordan el concepto de mitología individual partiendo de la visión del poeta romántico francés Gérard de Nerval, quien inventó su propia biografía en torno al territorio en el que nació —su nombre es el seudónimo literario de Gérard Labrunie y adoptó el nombre de Nerval a raíz de una inscripción geográfica de su ascendencia materna—. Nerval llegó a construirse una falsa y extensa genealogía, conocida como La Généalogie fantastique, dite aussi délirante [Genealogía fantástica, también conocida como delirante] (1841). El original y una reproducción en gran formato se exhiben en la muestra. Enfrentado a esta obra, el cuadro de Mark Rothko, Untitled (Bird & Eagle) [Sin título (Pájaro y águila)] (ca. 1942), hace alusión a la figura del “pájaro”, motivo recurrente entre los surrealistas y que tradicionalmente representa “el alma”, “el otro”.

La idea de mitología individual planteada en el Romanticismo, la retoman los artistas surrealistas, aunque es a comienzos de la década de los sesenta cuando resurge en el vocabulario del arte para caracterizar la obra del escultor Étienne-Martin. Este artista construyó su propia mitología personal sobre la memoria y la metáfora de la casa natal, representada en la obra Les Demeures [Moradas], (1961) y Abécédaire [Abecedario], (1967). La tercera sala de la exposición aborda la transformación de la biografía a través de la descripción y la idea de lo fantástico como fuerza transformadora de la vida. Para ilustrar esta idea, se recogen los grabados del álbum de Eaux-fortes sur Paris [Aguafuertes sobre París], concebido por Charles Meryon a principios de 1850, en el que el artista realiza una descripción sobria, pero con una cierta visión romántica, de su ciudad de origen. Esta transfiguración del viejo París, fue la matriz del París en el que se inspirarían los surrealistas. La idea del espacio es muy importante en la exposición y en la sala titulada “Elementos. El espacio de crisis (1)” comenzamos a verlo desde la perspectiva biográfica. Los elementos primarios son fundamentales en este espacio. El concepto de “construcción” queda claramente patente aquí, donde se recoge material documental de Franz Kafka, así como trabajos de Louise Bourgeois y Philip Guston. También se exhibe Pickpocket [Carterista] (1959), la película de Robert Bresson en la que se ve a un hombre en constante movimiento de un lado a otro, y Pawn Shop [Casa de empreños] (2009), de Jeff Wall.

A través de varias obras de Munch se plantea en el siguiente espacio la idea romántica del drama de la vida. El drama no es sólo un concepto teatral, existe en la vida en sí. La noción fue introducida en la historia del teatro por el dramaturgo noruego Henrik Ibsen con Espectros (1882). Edvard Munch trabajó en la escenografía de esa obra en 1906 y sus bocetos de decorado para varias escenas se exponen en esta sala. La figura fantasmal se repite en varias de las creaciones que acoge la estancia, como en el cuadro de gran formato Vertikalschmerz (Dolor vertical) (1989), de Günter Brus; o en las obras de Alfred Kubin: Die Angst (El miedo) (1899), Das Pendel (El péndulo) (1903) y Der geplagte Mensch (El hombre atormentado) (1899). El fantasma representa “al otro”, las figuras del pasado con las que vive el ser humano; el drama de la vida consiste en aprender a vivir con ellas.

En la exposición se plantean varios temas de manera recurrente. Hemos visto que uno de ellos es la casa, el terriroio y el cuerpo son otros dos conceptos claves en la muestra. El tema de la imagen del cuerpo, tanto la percepción interna que cada uno tiene de uno mismo, como la que proyecta hacia el exterior, inunda las obras de artistas como VALIE EXPORT, Claude Cahun, Francesca Woodman, Jeff Wall o Lygia Clark, de la que se muestra sus Estruturas de Caixa de Fósforos [Estructuras de caja de cerillas] (1964), a través de las cuales se apropia del sentido de la poética y de las cosas simples.

Se establece un paralelismo entre los dos espacios siguientes, en los que se presentan sendas formas opuestas de “Ensamblaje (auto)biográfico”, o la manera en la que los artistas construyen su historia a partir de retazos o elementos. En la primera, el artista y skater norteamericano Ed Templeton, cuenta su vida a través de múltiples fotografías que llenan la estancia y en las que se refleja el entorno de los suburbios de los que proviene. La cantidad de piezas de la primer sala se contrapone al vacío de la siguiente, donde coexisten únicamente dos obras en las que la figura paterna vuelve a hacerse patente: (Tête du père de l’artiste (plate et gravée) (1927), de Alberto Giacometti, y la serie Sr. Cuchillo y Sra. Tenedor (2009-2010), una instalación a través de la cual Henrik Olesen retrata a su familia. El concepto de teatro, poniendo el énfasis en su aspecto terapéutico y político, se retoma en esta sala donde se muestra obra de varios artistas del Este (dos polacos, Tadeusz Kantor y Alina Szapocznikow, y el serbio Tomislav Gotovac). En 1944, cuando Polonia estaba ocupada por los nazis, el escritor y artista Tadeusz Kantor puso en escena la obra El regreso de Ulises en un inmueble que había sido bombardeado: la habitación inhabitable devenía un lugar de recreación y de reconstrucción mitológica. En este apartado de la muestra se plantea la idea del regreso para encontrar un espacio, un lugar. En la sala se proyecta Wielopole,Wielopole (1984), película autobiográfica de Kantor, y se exhiben objetos originales de la escenografía de la obra El regreso de Ulises, como una maqueta del teatro en el que se representó. Objetos teatrales como maletas, donde metafóricamente cada uno lleva su biografía, y la voluntad de tener un espacio, están presentes en este apartado. Los trabajos de Alina Szapocznikow, muy poco vistos hasta el momento, utilizan los vínculos familiares como hilo conductor de su trabajo: La artista polaca estuvo recluida en un campo de concentración nazi; fue precisamente en uno de ellos donde murió su madre. La figura materna queda reflejada en la obra Souvenir I (1971), mientras que su hermano está representado en la escultura a tamaño natural, Piotr (1972).

Cuando en la exposición se habla de “Fronteras humanas”, se hace referencia a las de carácter político, cultural y de género. A ello se dedican dos salas en las que se alude a la memoria biográfica, tanto individual como colectiva. En la primera, se muestra la obra de artistas que restituyen, a través de la imagen, la biografía de otros; es el caso de la colección de fotografías recopilada por Santu Mofokeng con el nombre de The Black Photo Album (1997). El conjunto de fotografías a color de gran formato realizadas en 2011 y 2012 por Ahlam Shibliserie Death– en la población y en el campo de refugiados de Nablus, islote palestino bajo control israelí, recoge numerosos retratos de «mártires» de la causa palestina expuestos en el ámbito doméstico, entre escenas cotidianas. La serie Trauma (2009-2010) de la misma artista, toma como punto de partida la conmemoración de la ofensiva de la resistencia contra los nazis en Tulle (Francia) y las posteriores represalias criminales de las fuerzas ocupantes. Shibli desarrolla un trabajo basado en la dimensión documental de la fotografía, agrupada en amplias series sobre los procesos de construcción de una identidad en conflicto. Por su parte el indio Jyvia Soma Mashe, a través de sus dos piezas, How people got their name [Como las personas obtuvieron sus nombres] (1999) y Sin título (1997) habla de memoria colectiva.

Arpita Singh, con el óleo de gran formato My Mother (1993), resume los conflictos que en ese año enfrentaron violentamente a hindúes y musulmanes. De la española Maruja Mallo se exhiben los autorretratos asistidos, realizados en 1929 y 1945, que constituyen un ejemplo de cómo la “auto-puesta” en escena se utiliza en la creación de la mitología individual. Las acciones documentadas de José Pérez Ocaña realizadas en los setenta reflejan la libertad para construir de forma retroactiva una biografía elaborada en una situación de marginalidad. Es la frontera de género.

En la última sala de la exposición se encuentra la instalación Chambre 202, Hotel du Pavot [Habitacion 202. Hotel du Pavot] (1970), de Dorothea Tanning, es una obra clave que ha sido prestada por el Pompidou y que reinventa el motivo de la habitación de los amantes, proyectándolo en un espacio quimérico y estático, En 1974, cuando exponía esta pieza en, París la artista declaró: “… todo lo que se hace es autobiográfico. Sin embargo, uno de los objetivos de pintar era, para mí, escapar a mi biografía”. Escapar a su biografía es transportarse a un espacio distinto, fuera del espacio terrestre común. Aquí se plantea el concepto de huida de la biografía, del olvido.

Esta instalación se contrapone a la escultura de acero pintada completamente de blanco que representa a un niño jugando sentado en el suelo: The New Beetle (El nuevo escarabajo) (2006) de Charles Ray que define un lugar claro, próximo y lejano; en esta ocasión, una habitación abstraída de toda coordenada biográfica.

 

CATÁLOGO

Con motivo de esta exposición, el Museo Reina Sofía ha coeditado con Siruela un catálogo con textos del comisario de la exposición, Jean-François Chevrier, y reproducción de las obras presentes en la muestra.

 

+ info http://www.museoreinasofia.es

con el apoyo de
aecid
En tu mail! Ingresa tu dirección de e-mail para recibir novedades, convocatorias y lo más destacado de hipermedula.org
×