Los Emprendimientos Creativos necesitan un ecosistema virtuoso

Los Emprendimientos Creativos necesitan un ecosistema virtuoso

Entrevista a Adrián Lebendiker*

El consultor y docente del Área de Gestión Cultural, especialista en emprendimientos creativos e innovación, se refiere al surgimiento y expansión de este sector, a las ciudades en donde estas producciones tienen una mayor gravitación social y económica, y también a las condiciones que deben darse para un desarrollo más favorable.

¿Qué situación atraviesa la innovación en políticas culturales y comunicacionales en los sectores creativos en Argentina?
Creo que desde hace unos años el Estado está impulsando la actividad cultural en las diversas plataformas de producción, como pueden ser los museos, los teatros, etc. También está apuntalando las producciones locales a través de festivales, ciclos, y otros eventos, y además hay otra línea que tiene que ver con la preservación, conservación y defensa del patrimonio. Pero además, en la última década, estamos viendo que las políticas públicas comenzaron a orientarse al apoyo de los autores y creadores de sus propios proyectos, colaborando y brindando herramientas para acelerar los procesos. Aquí entran la “Ley de Cine”, el INCAA, etc., y otras iniciativas similares en Córdoba, Rosario, Patagonia. Desde el Estado surgió la necesidad de apoyar a este sector para contribuir a un mejor desarrollo de los contenidos y para afianzar la sostenibilidad, la inserción comercial y la posibilidad de desarrollar proyectos a otras escalas.

 

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¿Qué vínculos deberían establecerse a través de las políticas públicas con los sectores creativos?
Creo que el Estado, en un sentido amplio, tiene varias instancias para decidir e intervenir en esta clase de proyectos. Una etapa tiene que ver con la educación en todos los niveles, con la posibilidad de introducir herramientas para que las personas que orientan su formación hacia disciplinas del sector cultural puedan planificar y desarrollar mejor. Porque hay un condimento muy instalado y que se ve claramente hoy, y es que gran parte de la comunidad artística oscila entre proyectos que están consolidados y otros que tienen que llevar adelante con mucho esfuerzo y bajo su propio riesgo y su propio financiamiento.

“Con la educación en la base, la validación de producciones emergentes, el apoyo en la distribución, la promoción y la aperturas de mercados, se va construyendo una especie de ecosistema virtuoso”.

El Estado debe ofrecer, a través de sus instituciones educativas, las herramientas para que los creadores puedan culminar sus producciones y hacerlas visibles, porque es importante ser creativo también en la forma de llegar al público. Otro aspecto en que el Estado puede intervenir es en detectar canteras, instituciones, espacios y ciudades donde aparezcan estos creadores y validar socialmente el camino que realizan demostrando la importancia que pueden tener en el desarrollo local. Y después están las cuestiones más instrumentales, como estimular políticas de financiamiento, fomentar mejores redes de contacto para la producción y la distribución, así como promover a personas que puedan transmitir su experiencia. De este modo, con la educación en la base, la validación de producciones emergentes, el apoyo en la distribución, la promoción y la aperturas de mercados, se va construyendo una especie de ecosistema virtuoso tanto para los creadores que andan muy bien como para todos aquellos que a veces fracasan pero vuelven a reincidir.

Las nuevas formas de producción, circulación y consumos culturales y creativos ¿de qué manera se relacionan con la diversidad cultural y el desarrollo sustentable?
Hay un puente muy propio de esta época y está dado por las nuevas tecnologías, que han permitido, para bien y para mal, bajar las barreras de acceso de los pequeños productores. Pero si bien es sencillo visibilizarse, no es tan sencillo sumar masa crítica de público. El vehículo tecnológico no está del todo desarrollado, porque las plataformas que permiten difundir las producciones locales son muchas pero a veces costosas de desarrollar, y creo que el Estado debería intervenir para vincular la producción con la distribución y el consumo. En nuestro país, la falencia es que se está apoyando mucho la producción pero bastante menos la distribución.

“Los centros de formación son fundamentales en la consolidación de este concepto de ‘ciudades creativas’ o ‘ciudades del conocimiento’, porque producen un fenómeno de nucleamiento de gente que comparte sus expectativas profesionales”.

¿Es posible imaginar en un futuro próximo la consolidación de ciudades del conocimiento o ciudades creativas?
Esto ya se verifica en muchas ciudades y por diversos factores. El principal factor es que en las últimas décadas han surgido una gran cantidad de espacios de generación de conocimiento, como universidades y centros de formación, con propuestas que dinamizan nuevas profesiones y nuevos profesionales. Y son esas profesiones las que vienen a validar, en el nivel terciario o universitario, lo que hasta hace no mucho eran oficios que las personas con cierta vocación trataban de desarrollar como podían. Esto sucede en ciudades como Córdoba, Rosario, Buenos Aires, y en muchas del Conurbano.

Los centros de formación son fundamentales en la consolidación de este concepto de “ciudades creativas” o “ciudades del conocimiento”, porque producen un fenómeno de nucleamiento de gente que comparte sus expectativas profesionales. Y alrededor de estos nucleamientos también comienzan a aparecer sectores de emprendedores que dan lugar a nuevos públicos con nuevas tendencias de consumo, que a su vez buscan encontrarse con otros que estén en lo mismo. En general, estas tendencias se dan entre un público joven más conectado con lo que sucede en el mundo y que quiere encontrar en los lugares donde vive ofertas parecidas a las que ellos ven en otras ciudades, pero por supuesto con sellos distintivos locales. Por eso estos centros de formación se convierten en grandes dinamizadores de la economía creativa.

“Hay un doble desafío. Por un lado, en un terreno más individual, está el desarrollo de un proyecto, con todo lo que eso conlleva. Y, por otro lado, en el comunitario y colectivo, se trata de poder compartir experiencias para ir abriendo caminos”

¿Cómo se posicionan las nuevas generaciones en este panorama de inserción laboral desde la autogestión y el asociativismo?
Creo que una economía tiene que ofrecer empleo y estabilidad, y al mismo tiempo crear las condiciones para que surjan nuevos proyectos que impacten en la economía local. La empleabilidad y la concentración de gente en organizaciones públicas y privadas genera una sociedad más previsible y más pacífica, por eso cuando hay baja empleabilidad se genera mucha frustración. Por eso no soy partidario de la glorificación del emprendimiento como contención y como único camino, pero sí es cierto que las sociedades deben permanecer abiertas y en diálogo con aquellas iniciativas más novedosas y diferenciadas. Debe haber un cierto balance y un cierto equilibrio, porque el camino del emprendedor es muy interesante pero no todo el mundo está moldeado para recorrerlo. Soy de la idea de que los emprendedores son grandes dinamizadores de la economía, pero las empresas son grandes estabilizadoras de la sociedad.
¿Cuáles son los desafíos de los emprendedores creativos en el escenario actual?
Hay un doble desafío. Por un lado, en un terreno más individual, está el desarrollo de un proyecto, con todo lo que eso conlleva. Y, por otro lado, en el comunitario y colectivo, se trata de poder compartir experiencias para ir abriendo caminos, porque es muy difícil pensar estos procesos de manera individual. El camino del emprendedor requiere de muchos sacrificios y en muchos casos implica renunciar a una vida más estable, que no está mal poder tenerla. Es importante pensar que en esta clase de desarrollos es fundamental conseguir una masa crítica atractiva, porque así es más fácil que otros se interesen en financiarlos, que las instituciones los apoyen y que se multipliquen las plataformas de divulgación. Cuanto mayor sea la masa crítica, más se achica el margen de fracaso de un proyecto.

*Adrián Lebendiker es especialista en temas de creatividad y pequeños emprendimientos. Fue fundador y director general del Centro Metropolitano de Diseño, de la Ciudad de Buenos Aires, y desde allí impulsó el diseño, el desarrollo y la gestión de programas de asistencia técnica y financiera para Pymes y nuevos emprendimientos. En la actualidad dirige Gloc, consultora dedicada a los negocios creativos y a la innovación en las organizaciones.

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