Gases lacrimógenos en Plaza de la Dignidad

Ciudad de México. 17 de mayo al 15 de agosto 2021.
Forensic Architecture, Gases lacrimógenos en Plaza de la Dignidad
Sala 10 / Exposición virtual
MUAC / Museo Universitario de Arte Contemporáneo
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Sala10: Forensic Architecture

exposición virtual
17.05.2021 — 15.08.2021

Gases lacrimógenos en Plaza de la Dignidad
[Tear Gas in Plaza de la Dignidad]

La Plaza de la Dignidad, ubicada en Santiago, estuvo en el centro de las protestas contra el gobierno que asolaron a Chile en 2019. La plaza se convirtió en un foco de violencia policial, que incluyó un extenso uso de armas químicas, como gases lacrimógenos, en contra de personas que se manifestaban pacíficamente.

El 20 de diciembre de 2019, cientos de cartuchos de gases lacrimógenos se utilizaron contra los manifestantes, en una atroz muestra de desinterés hacia la salud pública por parte de las autoridades chilenas. Forensic Architecture y el colectivo médico activista No+Lacrimógenas trabajaron en conjunto para analizar la concentración de gas lacrimógeno lanzado por las fuerzas de seguridad ese día, así como la magnitud de los riesgos a la salud que ese ataque involucró.

Forensic Architecture

Cuando el gas deja de ser invisible

“Es más fácil para un hombre mantener la moral frente a las balas que en presencia de un gas invisible”.

Amos Fries, Jefe del Servicio de Guerra Química del Ejército de Estados Unidos, 1928 [1]

Hace poco más de un siglo, en 1914, durante la llamada Batalla de las Fronteras, una nueva arma apareció entre las líneas de los ejércitos francés y alemán: el gas lacrimógeno. Los historiadores no se han puesto del todo de acuerdo sobre si hay que culpar de esta invención a los alemanes, que eran particularmente duchos en la experimentación química —cuyos avances habían suscitado la segunda revolución industrial—[2] o si el invento coronó “los esfuerzos de los químicos franceses […] por desarrollar un nuevo método de control de motines” que sorteaba las restricciones impuestas por la Convención de La Haya de 1899 en contra del uso de proyectiles con gas venenoso.[3]

El propósito original del gas lacrimógeno era irritar, asfixiar y causar ceguera en los soldados para sacarlos de sus trincheras y poder rematarlos a balazos. En cualquier caso, la barbarie y deshumanización de la Primera Guerra Mundial encontró su mejor representación en las máscaras de gas de las tropas y en el uso de productos altamente tóxicos como el cloro, el fosgeno y el gas mostaza destinados, ésos sí, a matar o deshabilitar a los combatientes. La indignación pública por el sufrimiento y los daños a largo plazo que produjeron las armas químicas llevó a su prohibición en la Convención de Ginebra de 1925. Curiosamente esta convención fue respetada en la Segunda Guerra Mundial por los Estados en conflicto, aunque es bien sabido que “los sentimientos humanitarios no impidieron a los italianos gasear pueblos en las colonias”, ni tampoco evitaron el regreso de las armas químicas durante las guerras de Irán e Iraq en la década de 1980.[4]

Es una paradoja que estas armas prohibidas en los teatros de guerra hayan devenido en medios rutinarios para la represión en calles y plazas, tras ser comercializados por los mismos veteranos de la Primera Guerra, en medio de la polarización de los movimientos de masas y los choques ideológicos del periodo entreguerras.

 

La frecuencia de las imágenes de nubecillas estallando entre manifestantes ha hecho que —como dice la historiadora Anna Feigenbaum— “la gente a menudo olvide que el gas lacrimógeno fue un arma química diseñada para torturar física y psicológicamente”. [5] Apenas en 2020, Amnistía Internacional denunció que el gas lacrimógeno se ha convertido en “una incómoda excepción de los esfuerzos por controlar las armas químicas y las armas en general”.[6] Su empleo para hacer frente al descontento civil se exponenció tras el ciclo de confrontaciones sociales que siguieron al mayo francés de 1968, al grado de que se volvió uno de los focos de las luchas por los derechos humanos en los años ochenta, y parte de la materia principal de las recomendaciones internacionales sobre el control del uso de la fuerza pública desde 1990.[7] De modo creciente, los acuerdos internacionales buscan que el uso de las “armas menos letales” sea estrictamente regulado y que se desahucie el anticuado concepto de las llamadas “armas no letales”, precisamente porque como argumenta la ONU: “El uso de cualquier arma puede tener consecuencias fatales”.[8] No obstante, el gas lacrimógeno sigue enclavado en una zona gris de regulación: desde su comercialización, prácticamente sin limitaciones alrededor del mundo en presentaciones que hacen difícil el monitoreo de su composición, hasta el uso a voluntad por parte de los cuerpos policiacos, quienes suelen desdeñar los riesgos que involucra su concentración y los diversos tipos de tóxicos que incluyen.[9] Ésta es un área de creciente abuso estatal.

A pesar de la pandemia por COVID–19, diversas geografías protagonizan protestas que han surgido, en gran medida, como reacción a la violencia perpetrada por el Estado y sus cuerpos policiacos, así como la forma en que las batallas políticas se expresan en choques en el espacio público, ocasionados, en parte, por la disfuncionalidad del aparato político formal de representación.

En una colaboración particularmente creativa de imaginación científica y técnica que aprovecha toda clase de registros visuales de acceso público, Forensic Architecture fue comisionada por el colectivo No+Lacrimógenas de Chile para investigar el grado de peligrosidad que ha tenido la concentración de gases lacrimógenos en la Plaza de la Dignidad de Santiago de Chile en el marco de las protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera desde octubre de 2019, las cuales congregaron luchas sociales y de género en el creciente rechazo hacia las políticas neoliberales y al orden constitucional que el país heredó de la dictadura pinochetista.

 

 

Forensic Architecture se propuso iluminar el secreto de Estado acerca de la violencia ejercida sobre la población civil mediante el empoderamiento cognitivo de la sociedad y la opinión pública. Para lograrlo, se valió de las metodologías forenses que han caracterizado varias de sus investigaciones pasadas, como el modelaje en tres dimensiones que permiten los programas de visualización arquitectónica, el aprovechamiento de la geolocalización, la sincronización de videos y los testimonios gráficos tomados por civiles y medios públicos gracias a la creación de líneas temporales sincronizadas por las sombras durante el día.

Esta vez la agencia británica, alojada en el Goldsmith College, ha añadido un recurso inédito: la proyección de la dinámica de fluidos del gas lacrimógeno, no sólo en su concentración alrededor de los manifestantes en la plaza, sino en la contaminación del entorno urbano al momento de su dispersión. Mediante el uso de su imaginación detectivesca y el entendimiento de imágenes, modelos y relatos visuales como fuentes de datos y medios retóricos de impacto intelectual y sensible, Forensic Architecture ha permitido evaluar la dimensión del abuso en el uso de armas químicas por parte de los cuerpos policiales, desde su grado de riesgo para la salud, e incluso de letalidad, contra los manifestantes agredidos por los carabineros y también para los habitantes de la urbe.

Las conclusiones de esta investigación son aterradoras, pues transforman las imágenes anecdóticas que consumimos en las noticias y documentales en un levantamiento científico sobre el empleo criminal y sistémico de las armas químicas en la represión política. En el curso de una sola noche, la del 20 de diciembre de 2019, los carabineros chilenos descargaron al menos 594 bombas de gas sobre los manifestantes en la Plaza de la Dignidad, lo que produjo concentraciones de más de 40 veces el límite de tóxicos indicados por el fabricante de las armas y condiciones de contaminación casi letales. Adicionalmente, la simulación de los fluidos en el aire de la zona muestra una dimensión de estas armas químicas que está fuera del debate público: el continuo abuso de los gases a lo largo de dos años de protestas necesariamente pone en riesgo la salud de la población aledaña e incluso la ecología del río Mapocho, principal cuerpo de agua de la ciudad.

 

 

Gases lacrimógenos en Plaza de la Dignidad es un elocuente documento que desnuda el grado de brutalidad con que el Estado, tanto en Chile como en otras geografías, ha restaurado el castigo corporal contra el disenso y la crítica.

La relevancia de la investigación de Forensic Architecture es translocal: ilustra la urgencia de someter bajo control las tácticas de la fuerza pública, especialmente en un tiempo donde la decadencia del Estado-Nación como supuesto mediador universal de los conflictos y el resurgimiento de las tácticas de acción directa en la protesta hacen imprescindible pronosticar una etapa de confrontaciones cada vez más aguda. Esta obra es un acto de democratización efectivo, pues devuelve poder al conocimiento como propiedad común. Además plantea la necesidad de restaurar el prestigio del saber y la imaginación en las tácticas y el espíritu de la protesta. Invirtamos una frase conocida, para sugerir que Forensic Architecture transforma los testimonios de la barbarie en instrumentos de un empoderamiento civilizatorio.

Cuauhtémoc Medina

 

 

 

Guión de Gases lacrimógenos en Plaza de la Dignidad
Por Forensic Architecture

 

Desde octubre de 2019, la Plaza de la Dignidad en Santiago de Chile se convirtió en el centro de las protestas a nivel nacional.

Agrupaciones estudiantiles, sindicatos, grupos de disidencias sexuales y feministas, y comunidades indígenas se encontraron aquí para protestar en contra de las políticas neoliberales que llevan décadas produciendo desigualdades económicas y sociales.

El 20 de diciembre de 2019 fue uno de los días de protestas más intensas.

Para desactivar a lxs manifestantes, las fuerzas de seguridad chilenas han usado una cantidad de gas lacrimógeno sin precedentes, en un área relativamente pequeña, en contra de personas que protestan pacíficamente y desarmadas, afectando también a las cientos de personas que residen en este lugar.

La organización chilena No+Lacrimógenas le pidió a Forensic Architecture que trabajaran juntxs para construir una línea de tiempo de la represión policial de las protestas ese día, investigar la magnitud del uso de gas lacrimógeno y evaluar sus efectos en la salud de manifestantes, residentes y en el medio ambiente.

La batalla por la toma de la plaza fue documentada íntegramente por una cámara instalada en un edificio cercano.

Primero, reconstruimos el cono de visión de la cámara y confirmamos la secuencia temporal usando sombras.

A las 5:40 p.m., la policía usa carros lanza agua en contra de lxs manifestantes que se aproximan a la plaza.

Notamos la primera nube de gas lacrimógeno a las 5:50 p.m.

Marcamos la dimensión de la nube con un cuadrado y la ubicación aproximada del cartucho
con una pequeña cruz, y añadimos este evento a nuestra línea de tiempo.

La descarga de cada cartucho dura aproximadamente 25 segundos.

Desarrollamos un método automático de análisis de video para identificar la ubicación de los cartuchos descargados y así ofrecer un conteo fidedigno.

A medida que pasa el tiempo, el uso de gas lacrimógeno aumenta.

A las 7:12 p.m., mientras lxs manifestantes continúan en su intento de llegar al centro de la
simbólica plaza, ya se han usado 186 cartuchos.

Después de mover las barricadas, lxs manifestantes llevan su bandera hasta el centro de la plaza.

En menos de 15 minutos, un vehículo blindado da una vuelta alrededor de la plaza, descargando un chorro continuo de gas lacrimógeno.

Un segundo vehículo lo sigue, pero la protesta persiste.

A las 7:37 p.m., un manifestante que cruzaba la calle fue atropellado por los dos vehículos
blindados que se movían rápidamente entre la multitud.

La protesta escala aún más.

Veinte minutos más tarde, lxs manifestantes se toman todo el espacio de la plaza y sus alrededores, interrumpiendo el tráfico.

Mientras la plaza atrae a lxs manifestantes hacia su centro, proveyendo un espacio temporal para la ocupación de lo común, la nube de los agentes del estado intoxica el aire para lograr una dispersión centrífuga.

Desde las 8:30 p.m. en adelante, la policía aumenta aún más el uso de gas lacrimógeno. Nuestro sistema identificó al menos 82 cartuchos de gas usados en un espacio de 10 minutos.

Con las ubicaciones de los 594 cartuchos de gas lacrimógeno mapeadas en el modelo, podemos medir los niveles de toxicidad en el aire y en el suelo.

Aunque la nube de la descarga es visible por sólo 20 segundos, los químicos tóxicos se dispersan de manera invisible por el aire por mucho más tiempo.

Colaborando con el especialista en dinámica de fluidos, Dr. Salvador Navarro-Martinez, simulamos el movimiento aéreo de toxinas, tomando en cuenta la temperatura, el viento y la
humedad.

El Manual de operaciones para el control del orden público de carabineros de Chile dice que la exposición al gas lacrimógeno, o CS, debe limitarse a 0.4 miligramos por metro cúbico y que las concentraciones que sobrepasan los 2 miligramos constituyen un grave peligro.

Este diagrama muestra que este límite fue sobrepasado en un punto de muestreo por una
duración total de 185 segundos.

Entre las 8:30 y las 8:40 p.m., la concentración de gas lacrimógeno en la plaza llegó a niveles de toxicidad de 40 veces el límite permitido, poniendo en riesgo la vida de lxs manifestantes.

La concentración de partículas tóxicas de CS aquí excede el límite de riesgos irreversibles para la salud y está cerca del límite letal especificado en el manual.

El viento lleva las partículas del suroeste al noreste a través de la plaza. Los edificios adyacentes generan turbulencias irregulares que acarrean las toxinas flotantes hacia el resto del vecindario, poniendo en riesgo a cientos de residentes.

Esta combinación entre investigación visual de fuentes abiertas y simulación dinámica de fluidos es la primera en medir la concentración de CS en el aire y en el suelo, estableciendo un punto de referencia metodológico.

Esta investigación demuestra que las partículas CS se esparcieron más allá del perímetro de la plaza hacia el Mapocho, el río que riega los campos en las afueras de la zona sur de Santiago.

Aunque las cuarentenas relacionadas con el coronavirus suprimieron temporalmente las protestas en Santiago, desde octubre de 2020, lxs civiles han vuelto a las calles, enfrentando la mismas tácticas represivas de la policía.

Este mes, la Comisión Chilena de Derechos Humanos hizo una denuncia en contra de las unidades de Control de Orden Público de Carabineros por el uso ilegal de armas químicas en contra de los manifestantes en la plaza entre octubre y diciembre de 2020. Esta denuncia evidencia infecciones químicas y dermatitis.

Los resultados de nuestra investigación apoyan y corroboran esta denuncia y exigen la prohibición absoluta del gas lacrimógeno como arma química.

Desde octubre de 2019, la Plaza de la Dignidad en Santiago de Chile se convirtió en el centro de las protestas a nivel nacional.

Agrupaciones estudiantiles, sindicatos, grupos de disidencias sexuales y feministas, y comunidades indígenas se encontraron aquí para protestar en contra de las políticas neoliberales que llevan décadas produciendo desigualdades económicas y sociales. […]

Sobre Forensic Architecture

FA es una agencia, fundada en 2010 con sede en  Goldsmiths, University of London, que investiga la violación de derechos humanos, incluyendo la violencia cometida por los Estados, las fuerzas policiales, los militares y las corporaciones. FA trabaja en colaboración con instituciones de toda la sociedad civil, desde organizaciones activistas locales hasta equipos legales, organizaciones no gubernamentales internacionales y de medios de comunicación, para llevar a cabo investigaciones con y en nombre de las comunidades y los individuos afectados por conflictos, brutalidad policiaca, regímenes migratorios y violencia ambiental.

Las investigaciones de FA utilizan técnicas pioneras en análisis espacial y arquitectónico, investigaciones de código abierto, modelado digital y tecnologías inmersivas, labores documentales, entrevistas in situ y colaboraciones académicas. Los hallazgos de los diversos análisis de FA se han presentado en tribunales nacionales e internacionales, averiguaciones parlamentarias, exposiciones en algunas de las principales instituciones culturales del mundo y en medios de comunicación internacionales, así como en tribunales y asambleas comunitarias.

Forensic Architecture, Gases lacrimógenos en Plaza de la Dignidad [Tear Gas in Plaza de la Dignidad], 2020
Video 9’ 35”

Equipo de Forensic Architecture
Investigadora a cargo: Samaneh Moafi
Investigación: Martyna Marciniak
Supervisión de investigación: Eyal Weizman
Apoyo de investigación: Robert Trafford
Diseño sonoro: Mark Nieto
Apoyo al proyecto: Yasamin Ghalehnoie, Tamara Z Jamil

Equipo ampliado
Simulación de dinámica de fluidos: Dr. Salvador Navarro-Martinez (Imperial College London)
Consultora sobre gases lacrimógenos: Dr. Anna Feigenbaum
Colaboradores: Dr. Ángeles Donoso Macaya, Dr. César Barros A., Marucela Ramírez, Camila Pérez Soto, Ignacio Farias, Francisca Benítez, Alexander Samuel, Neil Corney

https://forensic-architecture.org

Curaduría: Cuauhtémoc Medina
Textos: Forensic Architecture, Cuauhtémoc Medina
Dirección de contenidos: Ekaterina Álvarez, Cuauhtémoc Medina
Coordinación curatorial: Ana Sampietro
Gestión digital: Ana Cristina Sol
Edición de contenidos: Vanessa López, Javier Villaseñor
Traducción al inglés: Julianna Neuhouser
Prensa: Francisco Domínguez, Eduardo Lomas

 

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