Ni papagayos, ni bufandas, ni barcos, de Gerardo Oberto

Ciudad de Buenos Aires, Argentina. 11 de marzo a 12 de mayo 2023.
Ni papagayos, ni bufandas, ni barcos
Exhibición de Gerardo Oberto
The White Lodge BA
CABA. Lavalle 1447. Piso 4, depto 10.
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Ni papagayos, ni bufandas, ni barcos

Exhibición de Gerardo Oberto

“Ni papagayos, ni bufandas, ni barcos” es la muestra individual de Gerardo Oberto que presenta The White Lodge en la temporada 2023 de la Office Gallery. La inauguración es el sábado 11 de marzo a las 10hs en Lavalle 1447, Piso 4to -10 en el histórico edificio Bustillo, en la zona de Tribunales.

En su obra, Oberto parte de la imagen fotográfica para organizar sus composiciones, las cuales traspasa a la tela o al papel a partir de la transferencia por contacto. Su técnica es el resultado de una experimentación con materiales nobles aplicados en sucesivas capas con pinceles y materiales no convencionales. La adhesión y sustracción de material por lijado de la tela genera una fuerte textura visual que es lisa y suave al tacto. El resultado final es una pintura que se asemeja a una imagen impresa y gastada, que evoca la idea del paso del tiempo.

El título de la muestra está tomado del poema Confianzas escrito en 1973 por Juan Gelman, para darle continuidad al disparador, la Galería convocó a Silvio Mattoni, poeta, ensayista y traductor de reconocida trayectoria, para escribir el texto de sala. “En los ramos flotantes de Oberto, en frascos, en mesas invisibles, el tiempo está escrito técnicamente. Toda imagen es ya su marchitamiento potencial. Manchas, goteos, rayas de un registro viejo, huellas de capas diversas, toda la materia de la imagen envuelve esas flores, que sin embargo siguen afirmando su instante de existencia plena. ¿Acaso la libertad soberana de pintar reside en esa posibilidad de afirmar lo que brilla, la presencia viva de algo, y al mismo tiempo expresar su caducidad?” afirma Mattoni.

La inauguración va a contar con la participación especial de Joaquina García Laborde, artista floral quién va a tomar la propuesta expositiva como disparador para crear ramos que dialogan con el espacio.

Sobre The White Lodge

Es una galería de arte dedicada a la exhibición, comercialización y posicionamiento de artistas y proyectos vinculados a las artes visuales de origen latinoamericano. El enfoque está puesto en potenciar la relación entre las obras de arte y su audiencia, transformando el habitual cubo blanco en un espacio habitable que facilita el acceso a nuevas ideas y nuevos públicos. El lema de la galería es ayudar a que sus clientes vivan el arte como una experiencia transformadora, aportándoles gran valor estético y por tanto, contribuyendo a su bienestar a través de su entorno.

The White Lodge adhiere a los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de las Naciones Unidas. Con una mirada sensible, la Galería proyecta su programación y metas en sintonía con la sustentabilidad y la exploración de prácticas artísticas que reflexionan sobre los #ODS2030.

 

 

Texto del Gerardo Oberto

Ni Papagayos, ni bufandas, ni barcos.

Cada vez que veo maratonistas me pregunto: ¿por qué corren? ¿A dónde van? Saben que es inútil. Yo pinto para aprender a sostener. Insistir, quizás de eso se trata.

Al comienzo de la cuarentena me regalaron flores. Hay que regar flores con indiferencia, pensando en otra cosa. Cantando. Con humildad.
Una planta de jazmines en un jarro fue lo último que entró a casa. Pienso en pintarla, en Fantin-Latour, en las naturalezas muertas, y en que, curiosamente, los ingleses las llaman Still Life.

Ayer leía un evangelio apócrifo de Tomas. Dice: “Cuando saquéis lo que hay dentro de vosotros, esto que tenéis os salvará. Si no tenéis eso dentro de vosotros, esto que no tenéis dentro de vosotros os matará”.

Mi tarea es austera. Mi padre, su hermano y su padre vivieron en talleres, con herramientas de trabajo, hierro, sierras y plomo. Ahora yo vivo en un taller, con maderas, telas y grafito. Para hacer lo que hay que hacer no se necesita mucho.

Sobre un escenario, un dramaturgo afirmaba que el sentido original de la palabra “idea” es “yo veo”. Supongo que los románticos también creían eso.
Ocúltese y no se muestre, me decía.

Ese soy yo: el esquivo, el que pinta por motivaciones íntimas. Jugando con dos gatos. Leyendo historias derviches. Amasando el pan que como. Con un ramito de flores sobre la mesa.

Instagram @gerardooberto

 

Texto de sala por Silvio Mattoni

Las flores de Gerardo Oberto

Un ramo de flores puede significar muchas cosas, sin dejar de ser de todos modos un objeto silencioso. Si bien el amor y la muerte requieren tradicionalmente un tipo de expresión floral, digamos, la forma y los colores de algunas flores, bastante habituales, pueden implicar la suspensión de las preguntas por el sentido. Su contemplación al mismo tiempo suspende las actividades prácticas y remite a la falta de finalidad de esas formas que la naturaleza prodiga. Quien mira esas flores por su apariencia, absorto en su forma y su tonalidad, no sabe, no quiere saber nada de su utilidad. Claro que las flores son órganos sexuales de las plantas, pero su sentido parece escamotear esa función.

Por otro lado, como se ve en los ramos de Oberto, pintados, registrados, expuestos y velados, existe una larga historia de la pintura de flores, una subespecie de la “naturaleza muerta”, que también podría llamarse “vida quieta” o “seres detenidos”. En esa tradición, como otros tantos objetos sometidos al tiempo, las flores representaban lo efímero, la advertencia de que este momento, detenido en el cuadro, va a pasar. Toda flor es la promesa de su marchitamiento. Por eso quien la contempla, sin pensarlo, asistiría a la meditación sobre su propio fin. Justo en el momento en que se olvidó de sus propios fines prácticos, cuando no quiere conocer ni utilizar, el espectador percibe la belleza fugaz de unas formas libres que le revela, como una imagen invertida, la libertad irrepresentable de su propia vida fugaz, que diariamente pierde el tiempo en alcanzar metas evanescentes.

Pero la advertencia de la muerte en los antiguos bodegones parecía impugnada por los brillos y los reflejos de su acabamiento perfecto. Porque si el objeto pintado se habría de marchitar a la brevedad, acaso el cuadro podrá perdurar y contener por más tiempo ese esplendor momentáneo. En los ramos flotantes de Oberto, en frascos, en mesas invisibles, el tiempo está escrito técnicamente. Toda imagen es ya su marchitamiento potencial. Manchas, goteos, rayas de un registro viejo, huellas de capas diversas, toda la materia de la imagen envuelve esas flores, que sin embargo siguen afirmando su instante de existencia plena. ¿Acaso la libertad soberana de pintar reside en esa posibilidad de afirmar lo que brilla, la presencia viva de algo, y al mismo tiempo expresar su caducidad?

No estamos en un jardín. Las flores, cortadas, grabadas, se desdibujan y se esconden tras velos grisáceos o verdes o chorreados. Por eso atraen la mirada que la visión directa de flores ornamentales, tridimensionales, vendidas o robadas o encontradas, no podía apartar del sentido de la palabra “flor”. Lo que sumerge al ojo en el fondo secreto de donde surge el ramo, como brota un recuerdo súbito de la masa de lo olvidado, es la textura de lo que no existe. La flor no tiene ya razones para ostentar su forma ni su color, pero detrás de esa ausencia de significados aparece la indiferencia del mundo: su misterio que gira y que brota en un aspecto destinado a desaparecer.

Antes del fin, en el transcurso de nuestro fin tal vez, la pintura habrá detenido el tiempo de estar encerrados en nosotros mismos para que una gota oscura o una línea que atraviesa la imagen con una recta ajena a la naturaleza despierten la atención, la llamen. Digo una “flor”, la ausente de todo ramo, porque su sílaba no está hecha de pétalos ni tiene ningún perfume; se parece más a la foto y al diseño de su imagen mental que a su materia orgánica perecedera. Aun cuando la imagen no salve la cosa pintada, parece afirmar que todavía vive y cautiva el objeto inaccesible de su deseo: hacer ver.

Silvio Mattoni
Instagram @mattonisilvio

 

 

Ni papagayos, ni bufandas, ni barcos.

Muestra individual de Gerardo Oberto
The White Lodge. Office Gallery. Lavalle 1447. 4to – 10. Buenos Aires.

Curaduría: Georgina Valdez Cristofani

Inauguración: 11 de marzo del 2023
Cierre: 12 de mayo de 2023

Entrada libre y gratuita.

Para pactar notas por favor contactarse vía WhatsApp al +54 9 3543 553791 o por mail a hola@thewhitelodge.art.
Home Gallery. Avenida Emilio Olmos 15 4N. CP5000. Córdoba.
Office Gallery. Lavalle 1447. 4to – 10. Buenos Aires.

 

Joaquina García Laborde
Instagram @joaquinagarcialaborde

 

+ info thewhitelodge.com.ar

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