Monte, exposición de Tristan Cabrera

Córdoba, Argentina. Hasta el 31 de julo 2025
Monte, exposición de Tristan Cabrera
Galería Caelum
Ocaña 505
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Monte, un juego de contemplación y acción.

Una exposición de Tristán Cabrera.

Galería Caelum. Córdoba.
Visitas con cita previa durante Junio y Julio.
Reseña por Cairo Elio.

 

Un árbol crece en el jardín, otro en el monte; cada uno de ellos tiene sus propias historias, su propio concierto de aves.

El último sábado de mayo inauguró “Monte” en Galería Caelum, exposición de Tristan Cabrera, orfebre y artista de Córdoba. Piezas de madera juegan con lo portable y lo postural, algunas pequeñas hacen de anillo, otras además de anillos son pulseras; hay las que se turnan entre collar y hombrera.

Me divertía ver cómo se probaron las mismas piezas de diferentes formas; para alguien fué gargantilla y para otra, vincha. A veces agachados y otras veces frente a frente, los ojos se acercaron a las piezas y fijaron la vista en pequeños detalles; una mano acarició las grietas que fueron reparadas, suturadas por el trabajo minucioso de Tristan. Con miniaturas de ensambles, coloreó los vacíos producidos por la vejez de la madera. Sobre la pared un dibujo señala el modo de portar una pieza sobre el hombro, enseña a llevar sobre el cuerpo un fragmento de árbol.

La obra de Cabrera tiene muy presente dos antigüos estadíos de la creación; la vita contemplativa y la vita activa. El vínculo con la naturaleza muchas veces es entendido como un estado contemplativo; al ver la obra de Tristan no es difícil imaginarlo rodeado de monte, observando cómo los cuerpos arbóreos bailan con el viento o envejecen con el tiempo. Imaginarlo en ese antigüo lugar del artista inspirado por la naturaleza, recibiendo la revelación de la belleza.

Sin embargo, esta vez me acompaña el texto “Labor, trabajo, acción”, una conferencia de Hannah Arendt; allí la autora diferencia la tarea del filósofo en la antigüedad y la modernidad. Siendo en la primera que la verdad llega al filósofo como una revelación recibida a través de la vita contemplativa. Luego en la modernidad comprendemos que la verdad es fruto de una acción, el pensamiento guiado por una investigación, el filósofo ya no está en quietud sino en acción. Pero lo que nos compete en el arte y el diseño, no es la verdad sino la belleza. Tristán Cabrera no es aquel artista que recibe a la naturaleza desde la inmovilidad, él se dirige a su encuentro de manera activa. No solamente en su acercamiento a las vetas y su observación aguda, sino desde la labor del brigadista.
En Córdoba estamos al tanto que nuestro monte nativo ha sido diezmado, y que año a año los incendios siguen arrasando nuestro paisaje natural. Cada agosto, el viento y la sequía favorece el avance del fuego, amenaza la fauna y flora local. Pumas y aguaraes guazú son encontrados a la orilla de la ruta perdidos y lastimados.

La labor, en el texto de Hannah, está relacionada con la actividad del cuerpo, no tiene principio ni fin, sino una circularidad de acción y descanso; ser brigadista es la labor que llevan ciudadanos organizados, muchas veces vecinos del monte, para apagar o evitar el crecimiento de un foco de incendio; cuando la labor del bombero no alcanza. El brigadista mira atento la montaña y localiza el humo, su mirada es de acción y sus manos junto a la de sus compañeros sostienen el cuidado del monte. Cuando el brigadista descansa, el monte crece.

En uno de sus recorridos, Tristán encontró una pieza, un nudo, un trozo de raíz quemada y rescatada. En el taller tomó forma de pulsera, adorna una mano y lleva consigo la memoria de lo que fué; el orfebre se pregunta por los cantos del monte que acompañaron su crecimiento. En su obra, contemplación es acción, es el ritmo de un cuerpo que se mueve y relaja.

El trabajo, refiere en Hannah Arendt, a la acción especifica de las manos de un artesano. Tiene principio y fin, acaba cuando el objeto ha sido creado; en su repetición crea un universo de objetos que no desaparecen en su uso sino que se suman al artificio humano, el mundo en el que vivimos. La suma de estos objetos, dice Hannah, “dan al mundo una estabilidad y una solidez sin las cuales no se podría confiar en él para albergar la criatura inestable y mortal que es el hombre”.

Así, las piezas de Tristán en su conjunto parten de la labor infinita que es la observación y el cuidado del medioambiente; trasladado a su trabajo minucioso de orfebre que se empeña en esos espacios abiertos que deja al descubierto una madera experimentada. Sus grietas son reparadas con costuras y ensambles de maderas nativas y extranjeras en convivencia. Moradillo, piquillín, espinillo, palo santo, guatambú, ébano, entre otras más, se unen para darle color al vacío y la forma a unos aros.

La simultaneidad de acción y contemplación llega al usuario que porta una pieza, jugando con ella en su forma y equilibrio, se acerca para evidenciar la veta y se acomoda un collar que puede ser hombrera. Sus piezas como ornamento también son lúdicas, un juego de peso y contrapeso. Cada pieza es singular, cada madera lleva consigo la memoria del monte, los cantos que escuchó aquel árbol, la huella de ser refugio para otros. Un cuerpo junto a otro; un humano junto a un árbol, crece.

Monte seguirá expuesta en Caelum Galeria, durante Junio y Julio, las visitan se agendan con cita previa.

 

 

 

 

 

 

 

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