Sobras de arte de Ernesto Vila

Montevideo, Uruguay. Del 5 de diciembre 2012. 19h
Hasta el sábado16 de marzo 2013.
Exposición Sobras de arte de Ernesto Vila
Centro Cultural España en Montevideo
Rincón 629 T. (598) 2915 2250 | F. (598) 2915 7594
Lunes a viernes de 11 a 19.00 hrs y sábados de 11 a 17 hrs.
informacion@cce.org.uy
http://www.cce.org.uy

“Advierto que cuando uso la palabra ‘arte’, no me alcanza para decir lo que quiero. Como los juguetes de cuerda que en seguida se terminan, la palabra me queda corta”.

Esta es la primera exposición individual de Ernesto Vila desde el 2008, cuando se presenta en el Museo Nacional de Artes Visuales su participación en la 52 Biennale di Venezia (2007). En esa ocasión las obras de Vila ya se habían emancipado del marco y del soporte rígido. Suspensas desde el techo, las obras, en su mayoría compuestas de papel, plásticos maleables y cartón, habitaban el aire, girando sutilmente desde piolines sostenidos por palillos para colgar ropa. En este proyecto, el artista lleva aún más lejos el impulso hacia la desmaterialización de la obra en cuanto objeto corpóreo: las obras, cada vez más sutiles, autónomas y abstractas, se encuentran en una relación de colectividad entre ellas, proponiendo un diálogo con la memoria del artista y el espacio del CCE.

Curadora: Verónica Cordeiro (Brasil/Uruguay), escritora y antropóloga visual.

El ojo que ladra El retorno de la mirada es más importante que la mirada. Sin retorno la mirada es sólo un registro mecánico. Con retorno hay selección. La mirada selectiva es poseída por lo mirado y se produce una historia. La mirada poseída por lo mirado se dramatiza y comienza a contarnos una historia. Cuanto más tenue se hace la materia, más cuerpo adquieren estas obras, lo cual sugiere que en arte, el cuerpo no es sólo materia, ni huella de mayor plasticidad. En el desdoblamiento del plano y repliegue de la forma desaparecen soporte, marco y superficie, dando lugar a una emancipación del sujeto. Los íconos que recuerdan una localidad y un tiempo anterior insisten en resurgir desde una memoria celular y fenomenológica: piel, color, textura, aromas y olores, azoteas, zaguanes, tablados, cometas, fútbol. El barrio y el crisol de los inmigrantes se emplazan junto al rostro recurrente de los detenidos desaparecidos. Los íconos giran y al hacerlo, van ganando corporeidad en la misma medida en la que también se desmaterializan. Sueltos absorben y reflejan luz, integrándose a la atmósfera de sus entornos.

El movimiento diseña la imagen, para luego volver a ocultarla. Surge entonces el sujeto/objeto con toda su estructura, pero atención!, al dialogar con ella, el artista juega y le plantea otra posibilidad: pensar el objeto-sujeto desde dentro de él mismo, para que irrumpa y genere su propio espacio que, al realizarse en su maleabilidad y fragilidad, entra y sale, abre y vuelve a cerrarlos, y en cada movimiento los vuelve a reinventar, generando una nueva arquitectura. Petrona Viera, Delmira, Gardel, Augusto Torres, tío Rogelio, Gurvich, De Simone, las vecinas, devienen, ahora, en presencia autónoma, son papel-presencia-inminencia simultáneamente, concretan hoy lo que antes fuera alusión. Ir es volver, porque el que no vuelve, desaparece. Ahora, desde su obra, se comprende que ir es volver porque cada vez que vamos, no volvemos al mismo lugar. Luego, no desaparecemos no porque volvemos, sino porque al volver, yendo, nos re-hacemos. El problema es que el movimiento de ir y volver presupone en nuestra occidentalidad una sujeción lineal. Estos artefactos blandos nos cuentan que sin querer ser ni fantasmas ni reencarnaciones ni pinturas ni esculturas mucho menos representaciones naturalistas, son impregnaciones vivificadas desde su propia sobra: son. No intentan explicar, ya no intentan aludir, ni tampoco eludir: son, y están.

Mi trabajo”, cuenta cierta vez el pintor en su taller de escultor bañado de luz cenital por el lucernario de Yepes, “recoge esas señales inadvertidas, de cosas que sobran – porque nadie va a hacer un tratado sobre cómo los inmigrantes italianos colgaban ropa en la azotea. Por eso a mí me interesa de eso hacer un sujeto simbólico: ahí es la hendija donde yo trabajo. Un lugar mínimo. Trabajo esto conceptualmente”. La hendija de las cosas que sobran, de todo aquello que por estar en flujo continuo, no logra ser frenado para ser registrado y luego, catalogado; no hace historia, porque no se adhiere a una matriz. Estas obras producidas en este último año, suspendidas del techo que es cuando de hecho pasan a ser, giran en torno de sí mismas, cambian continuamente, nunca son lo mismo, y entonces a eso se refiere la idea de que cuanto más tenue se hace la materia, más cuerpo adquieren los artefactos; no es tampoco una paradoja, tiene que ver con la presencia de lo que un día dijo Samuel Beckett, que el arte es cuando la forma y el significado se convierten en una única y completa identidad. La percepción y la memoria cohabitan un campo de acción y producción que está en permanente estado de flujo. Aquí no hay cristalización o certeza, hay reflexión e interpretación. “Quien abandona el país no se lleva el contexto en la mochila.

El contexto se queda aquí fijado al cotidiano que cambia milimétrica y vertiginosamente, al punto que cuando el migrante mira desde el avión lo que deja ya está sumergido en otro contexto. Por menos ecuménica que sea el pedazo de geografía que nos tocó en suerte, aporta diariamente un cúmulo de variantes que quien no está se los pierde y esa pérdida incide en lo inclusivo del ser atado a un lugar y no sólo a un tiempo o a una idea del mismo”. Hay un tiempo que pocos habitan y desde donde se perciben detalles de imprescindible sutileza. Ernesto Vila habita ese tiempo-tempo. Hoy nos enseñan todo lo contrario: vivimos la dictadura del resultado. Entonces, volviendo a la mirada: ¿es posible dialogar con la obra de Ernesto Vila sin acceder a ese tiempo? Y en otros términos, considerando la singular elocución poética del artista, la relación entre el pensiero, como dice él, la palabra y el lugar de la imagen: ¿es posible mirar, sin pensar? El artista sugiere que el ojo siempre ladra antes que la razón.

Verónica Cordeiro, noviembre, 2012.

 

Sobras de arte / Ernesto Vila

La materia analítica “…Ir es volver y el que no retorna desaparece…” (1) En esta instalación específica de Ernesto Vila se reúnen obras de distintos períodos y se construye así una plataforma para repasar su trayectoria. En este proyecto podremos verificar algunas constantes y encontrar nuevos planteos que permiten articular una lectura innovadora de su larga carrera. El antecedente más inmediato al que se refiere este proyecto es la exposición de Vila en la Bienal de Venecia de 2007 (2) . Desde hace un tiempo, Vila escapa a los soportes tradicionales -marco, estante, vitrina- para inventar sus propios mecanismos expositivos. El artista construye una dinámica precaria, un cinetismo disfuncional, basado en la creación de un sistema que fragiliza cualquier intento de estabilidad posible. A partir de ese espacio inestable, todos los órdenes son plausibles de ser alterados y la permanencia no existe. Cada uno de los elementos que lo habitan se modifica y modifica al otro, en ese conjunto de signos y símbolos, que fluctúa entre el pasado y el presente y siempre desde las motivaciones afectivas (3) . Presentamos esta exposición de Ernesto Vila en el marco del Programa de Investigación Histórica del CCE. Este espacio está dedicado a analizar la obra y el legado artístico y cultural de importantes pensadores y artistas nacionales. Se busca en todos los casos, poner de manifiesto otras facetas de la producción y vincular estos movimientos a la producción y el pensamiento internacional. Este programa no pretende llegar a resúmenes concluyentes. Por el contrario propone que el publico construya otros contenidos a partir del espacio que el artista nos deja.

“Lo que no se nombra, se olvida”, sostenía el propio Ernesto Vila hace casi veinte años en su exposición retrospectiva en el Museo Torres García.

1. Ernesto Vila (1983-1995), exposición organizada por la Embajada de España y el Instituto de Cooperación Iberoamericana en colaboración con el Museo Torres García. Montevideo, Uruguay, 1995.
2. Ernesto Vila, Bienal de Venecia 2007, curaduría Enrique Aguerre.
3. Ernesto Vila, Una pintura contra el olvido, Gabriel Peluffo Linari, 1990.

Patricia Bentancur

Ernesto Vila. Nace en Montevideo, Año I después de Gardel. Premiaciones y distinciones: algunas. Muestras individuales y colectivas: algunas Rechazos: algunos. Formación: Torres García. (1959-64).

Verónica Cordeiro. (Brasil/Uruguay) curadora.

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