Entrevista a Nadia Lartigue y Juanfran Maldonado

Ciudad de México. 8 de noviembre 2021.
Entrevista a Nadia Lartigue y Juanfran Maldonado
http://connectingthedots.mx

 

Entrevista a Nadia Lartigue y Juan Francisco Maldonado

Nadia Lartigue y Juan Francisco Maldonado participan de Connecting the Dots, Tercer Foro Internacional sobre Creatividad, Arte y Cultura Digital, y nos cuentan sobre su experiencia en la realizaciòn de un Taller en colaboración con CENART para personas que también son espacios. Un taller que propuso investigar la relación entre los cuerpos de las y los trabajadores del CENART y sus espacios de trabajo.

Nadia Lartigue
Coreógrafa, performer y docente.
Su práctica artística está atravesada por la coreografía, las prácticas performativas y su cruce con las artes visuales y la docencia.

Juan Francisco Maldonado
Coreógrafo, ensayista y performer
Está interesado en la coreografía, el cuerpo, la teoría y sus interrelaciones. Su trabajo colaborativo parte de la coreografía como campo expandido, aplicable a múltiples territorios, como el arte contemporáneo, la música pop, el ejercicio editorial, la crítica, la pedagogía y la construcción de dispositivos sociales.

 

Al hablar de espacios, es inevitable también hablar de barreras o límites. También de escalas. ¿Cómo definen estos conceptos en su obra? Las barreras y la escala.

NL + JM.- La noción de escala está muy presente en nuestra pieza ‘ay, olor’. Hemos estado pensando mucho en la tensión entre lo monumental de un espacio como el Cenart, y la intimidad de las personas que trabajan en éste. Algo que nos interpela mucho son aquellos espacios pensados para ser apreciados desde una vista de águila, desde una distancia que en muchos casos, poco tiene que ver con su habitabilidad. Desde la coreografía, pensamos muchas veces en flujos, en formas de circular y de transitar, pero el ejercicio de sentarse a charlar con alguien y tratar de entender cómo esa persona habita un lugar desde la labor que realiza y la enorme cantidad de horas del día que pasa ahí, nos obliga a pensar en los espacios de manera mucho más sutil y subjetiva. Nos revela sus recovecos, y nos acerca a su temperatura real. Detalles que están llenos de texturas y que se sienten muy distintos en el habitar que en el mirar desde fuera.

Las barreras son tal vez de otro tipo. Un espacio así está hiper regulado, con policías por todos lados controlando muchos de los movimientos humanos que ahí suceden. Desde que empezamos a asistir al Cenart para este proyecto (mayo, junio de este año), hemos tenido que mostrar oficios de todo tipo para lograr circular ahí. Al principio fue casi cotidiano, hasta que empezamos a bromear con los polis que nos veían diario para romper un poquitito de esa barrera. Y no es que lo logramos del todo, pero al menos ya nos alucinan cada vez que volvemos a pronunciar “somos los de connecting”, o “somos los de las entrevistas”. Nos parece divertido imaginar que cada vez que nos ven, vuelven a pensar “ahí van otra vez esos güeyes que dicen que están haciendo unas entrevistas…” La dinámica se ha convertido en una especie de burla mutua en la que tratamos de hacernos reír unes a otres para que todes podamos hacer el trabajo que nos toca.

Desde la coreografía nos gusta pensar las barreras no tanto como límites sino como instrucciones de movimiento, algunas más materiales (uno le da la vuelta a un muro para pasar al otro lado, no lo atraviesa), otras más interiorizadas (no salirse del límite del sendero) y otras abiertamente policiales, como lo platicamos arriba. En general un espacio como el cenart está completamente codificado en términos de flujos pero también de ritmos; la mayoría de las áreas invitan a circular sin detenerse, mientras que algunas (las menos) permiten permanecer, contemplar o descansar. Estas instrucciones de movimiento operan distinto para diferentes personas. Nosotres como visitantes, por ejemplo, entendemos la habitabilidad del centro de forma muy distinta que quienes trabajan allí y pasan la mayor cantidad de su tiempo en esos espacios.

En su participación con CTD 2021 están realizando una colaboración importante con el CENART y sus trabajadores. Sabemos que el ciudadano promedio pasa la gran mayoría de su vida trabajando. ¿Qué posibilidades existen de esa relación corporal con un espacio de poder? ¿Cuáles son las limitantes de ese cuerpo que opera y trabaja?

NL + JM.- Precisamente el espacio está siempre atravesado por políticas que explicitan la repartición del poder; y en un contexto urbano, eso es clarísimo. Eso está presente en los espacios institucionales, laborales, “públicos” (que ojalá lo fueran) y hasta domésticos. El Cenart como complejo de edificios tiene todo que ver con el poder, desde su concepción, hasta su funcionamiento actual. El Cenart fue, junto con la creación del CONACULTA y el intento de desaparición del INBA, el gran proyecto cultural del sexenio de Salinas; hecho que, aún pasados los años, sigue repercutiendo en la complejidad organizacional que mantiene, pero también en los errores arquitectónicos que, quizá por la premura del proyecto, siguen presentes. Muchos de esos errores tienen que ser aminorados con el esfuerzo constante de las personas que trabajan allí, como el caso de la difícil limpieza de cierto tipo de superficies no aptas para el uso al que fueron destinadas, la escasez de baños, o la inclinación incorrecta de una u otra explanada, que genera inundaciones cada vez que llueve.

Por otro lado está el problema del outsourcing. La gran mayoría de les trabajadores de limpieza y jardinería están contratades bajo este esquema que les mantiene en una situación laboral muy desprotegida.

¿Qué ven en la corporalidad de les trabajadores del CENART? ¿Qué historias de vida han encontrado?

NL + JM.- Pues fuimos precisamente a buscar aquellos trabajos que implican al cuerpo de manera más clara, aquellos oficios que implican esfuerzos corporales, musculares y técnicos de manera visible. Evidentemente las personas que trabajan en las oficinas también trabajan con el cuerpo, y sufren su desgaste, pero queríamos encontrarnos con aquelles trabajadores que se mueven, con quienes podíamos proponer un diálogo entre el oficio de la danza y los oficios de la jardinería y la limpieza. Así que la manera en que nos hemos acercado, ha sido desde el cuerpo, tratando de buscar un mundo alrededor, principalmente, de las sensaciones. Pero eso es sólo un punto de partida, porque las historias son extremadamente diversas, así como la necesidad de las personas de contar unas cosas u otras. Es muy bonito cuando la conversación toma rumbos insospechados y empezamos a contarnos secretos. O cuando ya entrades en confianza se arma el cotorreo, el intercambio de stickers y de recetas de cocina. Estamos deseando que nos inviten al convivio de fin de año para echar el bailongo, pero va a depender de cómo nos va tratando la pandemia para esas fechas…

De las cosas que más nos han compartido, ha sido como cada quien desarrolla una técnica muy específica en lo que le toca hacer, y que eso tiene implicaciones corporales claras, tanto de bienestar como de desgaste. Describir detalladamente una tarea de limpieza por ejemplo, puede generar conexiones con las emociones, la salud, el origen y las maneras en que se relacionan entre sí. Cada área del Cenart tiene una lógica relacional distinta, aunque las tareas sean aparentemente las mismas.

En el camino también nos topamos con una actividad específica muy bella (aunque no por eso menos dura), que es la barrida con palma. Las explanadas más grandes se barren con una palma, que se consigue a los alrededores del Cenart, algunes le llaman Cola de Dragón. Las maneras en que la usan depende de la corporalidad de cada quien, y es muy bonito escucharles hablar de ello; cómo la preparan, cómo hacer para que se desgaste parejita, cómo usar el cuerpo para no lastimarse la espalda, cómo lidiar con la creciente escasez de palmas por un hongo que las está afectando en muchas partes de la ciudad. Encontramos ahí un verdadero baile con palma. Esta técnica se la inventaron elles, cuando las empresas de outsourcing dejaron de mandarles el material a tiempo, y a falta de escoba de vara, notaron que con la palma podían barrer mejor y más rápido.

En esta nueva edición de CTD, donde la danza es el eje conductor de muchas de sus posibilidades. ¿Cómo se inserta en su labor? ¿Qué impacto ha creado en su trabajo de obra la realización de este proyecto?

NL + JM.- Esta obra está intentando entablar una conversación entre nosotres dos, que venimos de la danza, y personas que trabajan con el cuerpo cumpliendo funciones muy específicas, pero casi tan “pasajeras” como la danza. Si bien el resultado de la pieza es una instalación sonora y no una danza, está planteada desde una lógica completamente corporal. Es más una invitación a presenciar, a atender una danza que ya ocurre en ese espacio, que a insertar una nueva.

Un vínculo que nos ha interesado entre la danza, la limpieza y la jardinería, es que los resultados materiales de las tres están desapareciendo constantemente, aún mientras se practican. Mientras se limpia un vidrio el polvo sigue llegando, mientras se poda un arbusto la planta sigue creciendo, mientras se barre una explanada las hojas siguen cayendo. Son trabajos en constante desaparición, cuya importancia radica en gran parte en su repetición y en el ritmo con el que se ejecutan.

La danza pone el foco en el movimiento mismo, mientras que la jardinería y la limpieza ponen el foco en el resultado de ese movimiento, pero todas implican un trabajo corporal intenso y especializado, y todas implican una producción estética.

Por otro lado está el tema del valor que se le asigna a los trabajos corporales. Motes como “trabajo no calificado” son en realidad eufemismos para el no reconocimiento de la importancia de ciertas labores, y en general se aplican a aquellas que implican esfuerzo físico. Salvando distancias, la danza es quizá la más precarizada de las artes mientras que la limpieza y la jardinería muchas veces involucran explotación y condiciones laborales injustas. Son casos distintos, obviamente, pero en ambos casos la invisibilización de las labores corporales responde a la misma lógica cartesiana de la separación mente-cuerpo.

¿Cuáles son sus próximos proyectos? ¿Qué más podemos esperar para el fin de este año y/o el inicio de 2022?

NL + JM.- Este año cerrará con la pieza ‘ay, olor’. Ha sido muy intenso llegar a ella, y probablemente estemos bastante exprimidos del cerebro para cuando se presente públicamente.

Para inicios del 2022, estaremos imprimiendo una serie de publicaciones junto con la Liga tensa. Esto forma parte de un proyecto de investigación que llevamos desarrollando en colectivo desde el 2015 entre México y Uruguay junto con Lucía Naser, Esthel Vogrig y Carolina Guerra. El trabajo de la Liga Tensa se ha centrado en usar herramientas del pensamiento coreográfico para analizar las manifestaciones de protesta en contextos urbanos, y en la fase en la que estamos, nos parece importante compartir algunas de las ideas que hemos encontrado a través de una colección de publicaciones cortas. Las primeras que saldrán del horno en el primer trimestre del 2022 serán aquellas dedicadas a la percepción de la situación, la temporalidad, la imaginación y la violencia, así como una 5ta publicación más gráfica, hecha de una colección de gestos en las manifestaciones. Ahí estará puesta toda nuestra energía.

 

 


 

 

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