Ciudad de Buenos Aires, Argentina. 6 de agosto 2022. 12 hs
Exposiciones
Alicia D’Amico, una identidad en fuga
Escala 1:43. Juguetes, historia y cultura material.
Parque de la Memoria
Av. Costanera Norte Rafael Obligado 6745
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Alicia D’Amico, una identidad en fuga
Escala 1:43. Juguetes, historia y cultura material.
El Parque de la Memoria presenta Alicia D’Amico, una identidad en fuga y Escala 1:43. Juguetes, historia y cultura material. Las nuevas exposiciones se inaugurarán este sábado 6 de agosto 2022 a las 12 hs en la Sala PAyS (Av. Costanera Norte Rafael Obligado 6745, CABA).
Curada por María Laura Rosa y Tamara García Iglesias, Alicia D’Amico, una identidad en fuga es la primera exposición antológica de la artista que da cuenta de las diferentes temáticas en las que trabajó a lo largo de su extensa carrera. A 21 años de su muerte, esta muestra reivindica el invaluable aporte de una fotógrafa que impulsó su arte como herramienta para involucrarse en los cambios sociales y políticos de su época.
Escala 1:43, curada por Jordana Blejmar, Natalia Fortuny y Martín Legón, propone un diálogo entre la historia política de Argentina y una selección de juguetes producidos y/o comercializados en el país, comenzando desde el peronismo y hasta los años noventa.
Alicia D’Amico, una identidad en fuga
María Laura Rosa
Alicia D’Amico (Buenos Aires, 1933-2001) fue una de las fotógrafas argentinas más importantes del siglo XX. Su obra ha sido ampliamente reconocida por sus retratos a destacadxs escritorxs, como Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, entre otrxs, y por sus series fotográficas publicadas en libros, especialmente Buenos Aires, Buenos Aires (1968), Humanario (1977), Podría ser yo. Los sectores urbanos en imágenes y palabras (1987). Asimismo, su implicancia con los movimientos de mujeres motivó cruciales trabajos de investigación, como el que inició en 1982 dedicado a la mirada femenina y al rol de la mujer dentro de la fotografía.
Esta es la primera exposición antológica dedicada a la fotógrafa tras veinte años de su partida. Buscamos dar a conocer el compromiso social que este arte tuvo para ella, lo cual se manifestó a través de diversas series y de su militancia feminista.
En 1955 la fotógrafa emprendió un viaje a Europa que duró un año, allí fue cuando decidió dedicarse a la fotografía. Por ello, tras su regreso, adquirió su primera cámara fotográfica, una Agfa Super Silette de 35 mm. Comenzó por entonces un proceso de profesionalización e investigación artística sobre el lenguaje fotográfico, primero aprendió el oficio con su padre y, a finales de los años cincuenta, fue asistida por Annemarie Heinrich, quien le aconsejó viajar a la ciudad de Rochester, a donde llegó en marzo de 1960 con el fin de participar en un curso de foto-color en Kodak, que finalmente le permitió estudiar el sistema de trabajo estadounidense. Además, realizó fotografías de 6 mm con su cámara Rolleiflex.
Las décadas del setenta y del ochenta le plantearon nuevos desafíos a D’Amico, quien ya contaba con varios premios y se había contactado con reconocidos personajes de la cultura de su tiempo, sin dejar de lado su interés constante por las problemáticas sociales, en una coyuntura local que lo ameritaba. Destacamos algunos hechos relevantes de ese momento: la fundación de la editorial La Azotea en 1973 y su participación en el I Coloquio Latinoamericano de Fotografía, organizado por el Consejo Mexicano de Fotografía, en 1978. Ambos la involucraron con trabajos fotográficos realizados desde la Argentina, pero con aspiraciones continentales, dada la urgencia de lxs latinoamericanxs por pensar reflexivamente sobre el arte fotográfico, a la vez que se organizaban colectivamente y establecían contactos por fuera de sus respectivos países. Es en este contexto que D’Amico funda, junto a otrxs destacadxs fotógrafxs, el Consejo Argentino de Fotografía.
La fotografía fue para D’Amico tanto un lenguaje artístico con el que investigar sus límites como una herramienta de documentación de los cambios sociales, políticos, históricos y naturales. Dotada de una mirada sensible, la fotógrafa fue capturando varias fugacidades: el tiempo, el dolor, el amor, la vejez, las desigualdades humanas, la finitud de la existencia, las identidades sexo-genéricas; todas temáticas que gozan de una inagotable actualidad y que nos acercan a una artista inquieta, cuestionadora de lo establecido y disruptiva.
La exposición se organiza en cinco secciones:
Desafiar la desaparición
La historia argentina cuenta con innumerables momentos que tejen un relato visual de gran intensidad, a tiempo dramático, a tiempo feliz. Desde los años setenta, D’Amico congela instantes que construyen quiénes somos en la actualidad, evitando que se fuguen hacia el olvido, obligándonos a reflexionar sobre nuestro presente a través de las imágenes del pasado.
El viaje: de la línea recta a la curva
Los viajes van marcando momentos de la vida de la fotógrafa: amores, intereses, amistades, invitaciones.
Publicar o morir
Esta sección se dedica al arte del fotolibro, del cual D’Amico es una de sus pioneras.
La intimidad como honestidad
D’Amico desarrolla una importante investigación fotográfica sobre el desnudo con el fin de experimentar y expandir sus límites.
En la casa y en la plaza
D’Amico pone su lente al servicio de los feminismos durante la primavera democrática, que se centran en la conquista de la ley del Divorcio Vincular, la de la Patria Potestad Indistinta y la de la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Este recorrido nos muestra el compromiso ético y estético que durante cuarenta años de carrera tuvo Alicia D’Amico.
Sobre los aires, aguas y lugares
Antes de saber de la existencia de microbios y gérmenes que nos enfermaban, el mundo y el cuerpo se explicaban con la teoría de los humores. “Sobre los aires, aguas y lugares” es uno de los libros más relevantes del Corpus Hippocraticum, en esta obra se detallan los puntos que debe conocer quien quiera estudiar medicina: efectos de los vientos; propiedades de las aguas; posición de la ciudad, el suelo, el tipo de vida de los habitantes. Esta visión en la que nuestros líquidos eran atravesados por el cosmos, que nos moldeaba como barro, tiene hoy mayor vigencia que nunca, atravesados como estamos por la migración y las temporalidades.
Alicia D’Amico fue guiada por el sol hasta convertirse en Libra, nació en una ciudad orientada al norte llamada Buenos Aires. Ciudad-Delta azotada entre la Sudestada y el Pampero. Entre el Río de la Plata y El Riachuelo. Era y es como ese médico que llega a una ciudad desconocida, y cuenta el mundo a través de este paisaje construido que nos atraviesa. Su compañera Sara Facio nos narra que en plena adolescencia un suceso conmovió a D’Amico: “se hizo obligatoria la libreta cívica femenina. El estudio de su padre, fotógrafo, se inundó de ciudadanas: colas interminables de mujeres desde la madrugada”. Este acontecimiento le infundió una clara conciencia sobre el significado de la imagen: personas convertidas en imagen, esa imagen convirtiéndose en documento y ese documento decidiendo nación. En estos momentos en los que las teorías feministas y descoloniales han desarticulado los conceptos de “calidad” y “valor”, en los que se ha demostrado que no existe un piso común sobre el que tomar decisiones ni posiciones artísticas, se imposibilita escribir sobre arte tal como veníamos haciéndolo en catálogos y textos. Asistimos, como dice Nelly Richard, “a un desplazamiento que nos lleva de la tradición apoyada en el «valor estético» hacia un nuevo contexto”1. Esta muestra es una invitación a desarticular el lenguaje, la identidad y las aguas con las que nos han descrito. Quizás es época de escucha y no de discurso.
Tamara García Iglesias
1 Richard, N. (2007) Fracturas de la Memoria. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
A lo largo de cuarenta años de carrera, la fotografía de Alicia D’Amico ha sido reconocida y valorada por su aporte sobre la mirada femenina y el rol de la mujer a través de una lente crítica, sensible, inquieta y disruptiva.
En el centro de su obra se encuentran las personas a quienes retrató desde una perspectiva que deja en evidencia la vulnerabilidad humana y que da cuenta del compromiso político de una artista que, a través de su obra, buscó impulsar cambios sociales y reivindicar aquello que era ignorado, silenciado e invisibilizado.
Su mirada sobre las mujeres, el deseo y el cuerpo dialogó y cuestionó la manera en la que las identidades femeninas eran retratadas, promoviendo la libertad y mostrando la diversidad y la multiplicidad de manifestaciones, expresiones e intereses que podía tener una mujer.
Las imágenes de esta fotógrafa conforman un lenguaje artístico que, a veinte años de su partida, continúa vigente y nos desafía a reflexionar y seguir indagando sobre los roles de género imperantes tanto en su época como en la actualidad.
Desde su lugar como fotógrafa, tallerista y activista, D’Amico visibilizó y fortaleció los movimientos feministas, enriqueciendo, a través de su cámara, nuestro pasado y nuestro presente. Así, nos dejó como legado su obra, pero también su gran trabajo por la ampliación de derechos.
Desde el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires nos enorgullece poder destacar las producciones artísticas de mujeres que promueven el respeto por los derechos humanos e interpelan y desafían los límites que atentan contra la construcción de una sociedad libre, plural y diversa.
Los aportes de D’Amico conservan su valor y audacia en un contexto en el que las mujeres seguimos trabajando por el reconocimiento de nuestros derechos, defendiendo la autonomía e integridad de todas las personas.
Pamela Malewicz
En el Parque de la Memoria sabemos mucho acerca de la potencia que tienen las mujeres, las luchadoras, las trabajadoras, las feministas, las artistas. Por eso, dar lugar a esta exposición es parte de nuestra identidad como espacio de arte y memoria, de recuerdo, de homenaje, siempre comprometido con la sensibilidad que despierta la creación artística.
A más de veinte años del fallecimiento de Alicia D’Amico nos enorgullece presentar su primera exposición antológica.
Al observar sus retratos icónicos, sus desnudos femeninos, su mirada ante las desigualdades sociales y sus viajes, se devela la enorme amplitud que le dio a su lente, siempre al servicio de tantos temas y momentos únicos. Nos ha dejado capturas excepcionales que nos invitan a “activar” recuerdos, desterrar viejos prejuicios y, con sus blancos y negros, sus luces y sombras, reconstruir historias personales y colectivas cargadas de melancolía y belleza. Sus historias son también nuestras historias como espectadores.
Alicia D’Amico creó un enorme abanico de instantes visuales que sin duda la convierten en una de las artistas más relevantes de Argentina. Fue pionera de muchas y muchos tanto con su obra y sus fotolibros como con su militancia feminista y sus compromisos, que fueron múltiples.
Como directora del Parque de la Memoria y en nombre del Consejo de Gestión, quiero agradecer la generosidad de la familia de Alicia, especialmente a Andrea Di Gisi, su sobrina, que fue una figura clave para la concreción de este proyecto.
Una vez más, mi reconocimiento a todxs lxs trabajadorxs del parque y de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires. Una Identidad en fuga es un necesario y merecido homenaje que se ha postergado mucho, una oportunidad para que el público, la prensa y la crítica se reencuentren con la obra y la figura de Alicia D’Amico.
Nora Hochbaum
Alicia D’Amico (Buenos Aires, Argentina, 1933-2001)
Gracias a una beca de estudios que recibió del Gobierno de Francia, Alicia D’Amico se estableció en París para ampliar sus conocimientos en teoría e historia del arte. A su regreso estudió fotografía con su padre, Luis D’Amico, en su estudio de Buenos Aires, y luego continuó su formación con Annemarie Heinrich. En 1960 abrió en Buenos Aires su propio estudio fotográfico en sociedad con Sara Facio. Asimismo, publicó artículos especializados en fotografía en los periódicos La Prensa, Tiempo Argentino y La Opinión, así como también en las revistas Crisis (Argentina), Foto Mundo (México), Camera (Suiza), Photovisión (España), entre otras.
En 1973, D’Amico, Facio y Cristina Orive fundaron La Azotea, editorial dedicada al fotolibro latinoamericano. En 1979 formó parte de la fundación del Consejo Argentino de Fotografía junto a otrxs fotógrafxs. Frente a este organismo, participó en la curaduría y organización de eventos y como jurado de numerosos premios.
A partir de los últimos años de la última dictadura cívico-militar argentina, su trabajo estuvo centrado en el rol de la fotografía para reflexionar sobre la identidad femenina a través de investigaciones que incluyeron los géneros de retrato y desnudo.
Como militante feminista, D’Amico participó en la conformación de la Unión Feminista Argentina (UFA) en 1970 y de Lugar de Mujer, en 1983. Su trabajo fue expuesto en numerosos países y sus obras hoy se encuentran en distintas colecciones, como la del Museo Nacional de Bellas Artes (Argentina) y la del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (España).
La artista recibió numerosos premios, entre ellos el de la Fédération Internationale de L’Art Photographique (Suiza, 1965), el primer premio en el Concurso de Países Escandinavos (Dinamarca, 1969), y los premios Konex, junto a Sara Facio, y Alicia Moreau de Justo (Argentina, 1982 y 1985, respectivamente). También fue directora artística del Festival de la Luz, prestigioso evento dedicado a la fotografía argentina e internacional.
ESCALA 1:43. Juguetes, historia y cultura material Jordana Blejmar, Natalia Fortuny Martín Legón
¿Puede un juguete convocar nuestra historia? ¿Qué nos trae su materialidad fabricada, publicitada, coleccionable y enredada en juegos?
Escala 1:43 propone un diálogo entre nuestra historia política y una selección de juguetes producidos o comercializados en Argentina en el siglo pasado, a la vez que señala la presencia de estos objetos en artefactos artísticos contemporáneos. Los juguetes –esa particular clase de cosas con las que interactuamos desde pequeñxs– arman aquí un recorrido no lineal que devela zonas vitales de nuestra cultura material. Lejos de una mirada nostálgica o melancólica hacia el mundo perdido de la infancia, aquí los juguetes son tanto objetos lúdicos como parte fundamental del patrimonio cultural: documentos históricos, íconos de época, dispositivos de ficción.
“Si consideramos la historia del juguete en su totalidad”, escribió Walter Benjamin, “el tamaño parece tener una importancia mucho mayor de lo que se pudiera creer en un primer momento”. Giorgio Agamben advirtió además que el juguete, cuyos orígenes se remontan a las esferas de lo sagrado y de lo práctico-económico, nos invita a repensar nuestra relación con el tiempo gracias al proceso de miniaturización de objetos cotidianos. Precisamente, la muestra está organizada a partir de la idea de escala y toma su título de las proporciones de una de las piezas en exhibición: un Ford Falcon en miniatura de la marca nacional Buby, popular en los años setenta. Estos autos a escala se vendían en las jugueterías argentinas mientras el modelo original devenía símbolo del accionar dictatorial y la compañía automotriz exhortaba en sus publicidades a “mantener el país en marcha”.
La exposición abre con una sección de bloques y juegos de construcción de las décadas del cuarenta y cincuenta. Esta zona traza un diálogo entre las teorías pedagógicas del siglo XIX, los movimientos de vanguardia de principios de siglo XX y los juguetes repartidos por el peronismo. El recorrido continúa con un espacio dedicado a la violencia política que incluye piezas asociadas a episodios ocurridos durante la dictadura: la celebración del centenario de la llamada “conquista del desierto”, los juguetes de Malvinas y la guerra convertida en juego de mesa. Luego, se desoculta la división sexual del trabajo que transportan ciertos juguetes cuando imaginan dos mundos diferenciados: futuros varones trabajadores y futuras amas de casa. Otras obras despliegan escenarios habitados por espíritus sombríos. En ellas, bebotes, muñecas y figuras a escala evocan lo traumático y lo siniestro: espectros, dobles, desaparecidxs. Por último, algunas imágenes reponen la atmósfera de los años noventa en adelante: un peculiar tono de fin de fiesta, la contundencia de las políticas neoliberales de consumo y exclusión, y el abrigo del arte como espacio de encuentro colectivo.
Al poner en común objetos y artefactos heterogéneos, Escala 1:43 invita a prestar atención a las trayectorias de los juguetes argentinos, a la agencia de su materialidad y a su recurrencia en las producciones visuales contemporáneas. En suma, al decir de Bruno Latour, las cosas producen cosas y tienen efectos concretos en el mundo.