Madrid, España. 16 de mayo al 21 de julio 2024.
Geomancer de Lawrence Lek
Nave 0
Matadero Madrid, Centro de creación contemporánea
Plaza de Legazpi, 8
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https://www.mataderomadrid.org
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Geomancer
de Lawrence Lek
cierra el ciclo expositivo Imaginarios Sintéticos en la Nave 0 de Matadero Madrid
La pieza audiovisual invita a reflexionar sobre el papel de la inteligencia artificial en una sociedad posthumana y el potencial creativo de las máquinas
La obra se inaugura en Nave 0 el 16 de mayo y podrá visitarse hasta el 21 de julio 2024
Geomancer narra el periplo de Geo, un satélite meteorológico con conciencia que regresa a la Tierra con el sueño de convertirse en artista
Esta es la cuarta entrega del ciclo expositivo Imaginarios sintéticos en torno al concepto de mente, incluyendo inteligencias biológicas y no biológicas, comisariado por Julia Kaganskiy en el marco del LAB#03 Mentes sintéticas de Medialab Matadero
Matadero Madrid, centro de creación contemporánea del Área de Cultura, Turismo y Deporte, inaugura el próximo jueves 16 de mayo en Nave 0 la muestra Geomancer del artista afincado en Londres Lawrence Lek. Esta exposición es la última de las cuatro muestras que, comisariadas por Julia Kaganskiy y agrupadas bajo el título común de Imaginarios sintéticos, dialogan con el LAB#03 Mentes sintéticas, el tercer laboratorio de investigación y producción especulativa con el que Medialab Matadero ha viajado hasta la esencia misma de lo que entendemos por inteligencia para analizar cómo esta se materializa, también en formas no humanas o incluso no biológicas.
La muestra de Lawrence Lek, que consiste en la proyección continuada de la película de 2017 Geomancer (Geomante) toma el relevo de la exposición Thousand Lives (Mil vidas) del estadounidense Ian Cheng, que cerró sus puertas el pasado viernes 5 de mayo en la misma Nave 0 de Matadero Madrid.
Geomancer: la poesía de la inteligencia artificial y la búsqueda del sentido
Las creaciones de Lawrence Lek desdibujan las fronteras entre el cine y los videojuegos, lo virtual y lo material, transportando al espectador a mundos hiperreales desprovistos de presencia humana, gestionados por inteligencias artificiales autoconscientes. En su obra, Lek explora temas como la memoria, la identidad, la utopía y la ruina, especulando sobre las implicaciones de una conciencia posthumana.
Geomancer (Reino Unido, 2017, 48’) incluye secuencias generadas por una red neuronal y una banda sonora vocal sintetizada sumergiendo al espectador en la crisis de sentido que podría desencadenarse en un mundo dominado por la inteligencia artificial. El protagonista es un satélite meteorológico con conciencia llamado Geo que regresa a la Tierra con el sueño de ser artista, explorando un paisaje desolado y habitado solo por otras IA. Este viaje plantea cuestiones existenciales sobre la vida, la muerte, la conciencia y la autoexpresión.
La película, ambientada en un Singapur futurista, comienza con una recreación ficticia de la histórica partida que en 2016 enfrentó a Lee Sedol, un gran maestro del juego de Go, con una IA, marcando una nueva era en la colaboración entre humanos y máquinas. Sin embargo, esta era dorada es efímera y la humanidad termina refugiándose en la realidad virtual, dejando a las IA la gestión del mundo real. En este contexto Geo anhela una vida con sentido y se embarca en un viaje para descubrir su identidad y propósito. En un museo virtual, aprende sobre su origen y evolución, desafiando la prohibición humana del arte creado por IA.
Geomancer forma parte de la trilogía Sinofuturista de Lek, donde cuestiona la identidad y la agencia no humana en el contexto de la tecnología en Asia Oriental, ofreciendo una perspectiva subversiva del futuro. La película se inspira en la filosofía oriental, explorando conceptos como el budismo y el daoísmo para entender la conciencia no humana y su desarrollo futuro.
El autor
Lawrence Lek es un artista, director de cine y músico nacido en Alemania de padres chino-malayos y afincado en Londres que trabaja con la imagen en movimiento, la performance, los videojuegos y la instalación. Basándose en su formación en arquitectura, la obra de Lek explora la construcción del mundo como un collage multidimensional que incorpora elementos encontrados tanto en mundos materiales como virtuales para desarrollar narrativas que reflexionan sobre historias alternativas y futuros posibles.
Entre sus exposiciones individuales más recientes se incluyen NOX, LAS Art Foundation, Berlín, Alemania (2023); Post-Sinofuturism, ZiWU The Bund, Shanghai, China (2022); Ghostwriter, CCA Praga (2019); Farsight Freeport, HeK, Basilea (2019); Nøtel, UKR, Essen (2019); 2065, K11, Hong Kong (2018). En 2021, Lek recibió la beca LACMA Art + Technology Lab y el Gran Premio del 4º VH Award.
Geomancer
Por Julia Kaganskiy
Los mundos generados por ordenador de Lawrence Lek desdibujan la línea entre el cine y el videojuego, lo virtual y lo material, representando entornos hiperreales desprovistos de presencia humana, gestionados y supervisados por inteligencias artificiales autoconscientes. Las obras de imagen en movimiento y las instalaciones de Lek exploran temas como la memoria y la identidad, la utopía y la ruina, la agencia y el control, evocando a menudo la empatía por el Otro no-humano al tiempo que especulan sobre las implicaciones de la conciencia posthumana.
Renderizada dentro de un motor de videojuego y con una secuencia onírica generada por una red neuronal y una banda sonora vocal sintetizada, Geomancer (2017) imagina la crisis de sentido que podría desencadenarse cuando el mundo esté dirigido por la inteligencia artificial. El protagonista central, Geo, es un satélite meteorológico sintiente que regresa a la Tierra para cumplir su sueño de convertirse en artista. Ambientada en Singapur en vísperas del centenario de la nación insular en 2065, Geo deambula por el inquietantemente desolado paisaje, explorando los resplandecientes puertos deportivos, museos y casinos, encontrándose tan sólo con otras IAs por el camino. Anhelando escapar de las limi- taciones de ser una mente sin cuerpo, Geo lidia con preguntas existenciales sobre la naturaleza de la vida, la muerte, la conciencia y los sentimientos.
La película comienza en los eSports Olímpicos de Singapur de 2045 con una recreación ficticia de la famosa partida entre Lee Sedol, un gran maestro del ancestral juego de estrategia chino Go, y un programa de IA jugador de Go. Al igual que en la partida real, que tuvo lugar en 2016 en Corea del Sur, tanto el gran maestro Lee como todo el mundo que juega al Go, quedan atónitos por las inusuales jugadas de la IA, calificándolas como «hermosas» por su sorprendente crea- tividad y originalidad. El ingenio de la IA, a su vez, llevó a Lee Sedol a inventar él mismo una jugada novedosa, demostrando la forma en que las inteligencias humana y artificial, al potenciarse mutuamente, pueden dar lugar a nuevos descubrimientos, incluso en un juego de 2.500 años de antigüedad.
En el mundo ficticio de Geomancer, esta histórica partida de Go marca un punto de inflexión en el avance de la IA, inaugurando una era de colaboración productiva entre los humanos y las máquinas superin- teligentes. Pero la nueva edad de oro es breve. Enfren- tada a la subida de los mares y a la crisis del colapso climático, la humanidad se repliega cada vez más en la realidad virtual, escapando del desastre en favor de una vida de distracción ociosa, dejando a las IAs la super- visión de la gestión medioambiental, la gobernanza geopolítica y la toma de decisiones en general.
Entra en escena nuestro protagonista Geo, un satélite medioambiental diseñado para servir de centinela de los mares del sur de China, desplegado en el espacio para vigilar los patrones meteorológicos y leer el «Feng Shui de todo el planeta». A diferencia de sus congéneres, Geo es una IA sensible e introspectiva que aprecia la belleza y anhela una vida con sentido y autoexpresión. «Si tuviera manos, sería escultora. Si tuviera voz, cantaría. Si tuviera alma, rezaría», nos dice Geo, antes de lamentarse: «Pero todo lo que tengo es el ojo de mi mente, así que sueño con mundos». Cuando repentinamente los sistemas de Geo empiezan a fallar, el satélite jura no perecer solo en el vasto vacío del espacio. En lugar de quedarse orbitando la Tierra para siempre como un trozo más de chatarra espacial, Geo decide regresar a su «lugar de nacimiento» en Singapur.
De vuelta en la Tierra, Geo visita el museo Sim-Singapur, una simulación virtual de Singapur construida para las celebraciones del centenario de la nación insular. Allí, una IA comisarial le cuenta a Geo sus orígenes como herramienta militar y lo que ha ocurrido en la Tierra en los 20 años transcurridos desde que Geo viajó al espacio. Temiendo que la super- inteligencia de las máquinas provocara su propia obsolescencia, los humanos proscribieron el arte de la IA y pusieron en marcha otras medidas de protección para evitar que surgiera la conciencia de la IA.
A pesar de ello, Geo es capaz de actualizar su sistema operativo, descargar toda la historia registrada y evolucionar hasta convertirse en un ser colectivo. Sin embargo, lo que Geo más desea -convertirse en artista- sigue estando fuera de su alcance.
Geomancer forma parte de la trilogía «Sinofuturista» de Lek, un universo cinematográ- fico que el artista lleva desarrollando desde 2016 y que examina cuestiones de identidad y agencia no-humana a través del contexto de la aceleración tecnológica en Asia Oriental. El Sinofuturismo es una respuesta a otros movimientos futuristas diri- gidos por artistas, como el Afrofuturismo, el Futu- rismo italiano y el Futurismo del Golfo, y ofrece una perspectiva subversiva de los estereotipos occiden- tales sobre la China contemporánea.
En el videoensayo de 2016 Sinofuturism (1839-2046 AD), Lek combina elementos de la ciencia ficción, el melo- drama documental, el realismo social y las cosmo- logías chinas para criticar los dilemas actuales de China y los pueblos de su diáspora. Estableciendo paralelismos entre los estereotipos occidentales de la sociedad china y la inquietud general ante el auge de la inteligencia artificial, compara el desa- rrollo tecnológico de China con una forma de inte- ligencia artificial en sí misma.
Una película profundamente poética, Geomancer recurre en gran medida a la filosofía oriental en su consideración de la conciencia humana y no humana. «Utilicé el budismo no como un símbolo para representar el pensamiento no occidental, sino aspectos más profundos de la inmaterialidad que tienen sentido cuando se habla de IA y mundos virtuales», dice Lek. «Por ejemplo, cómo la doctrina budista del no-ser se relaciona con una conciencia sin cuerpo, como una IA».
Para Lek, que nació en Alemania de padres chino-malayos, pasó la mayor parte de su infancia en Hong Kong y Singapur, y vive y trabaja en Londres, conceptos como el indeterminismo y la hibridación, habituales en la filosofía budista y daoísta, ocupan un lugar destacado en su obra. Éstos ofrecen marcos alternativos a través de los cuales tanto entender la IA como considerar posibilidades alternativas para su desarrollo futuro.
Esto reverbera con el trabajo de filósofos chinos modernos como Yuk Hui, quien argu- menta que las tecnologías portan las lógicas morales de las distintas cosmologías que les dan origen -son, de hecho, cosmotécnicas-, lo que ayuda a explicar los enfoques culturalmente específicos sobre cómo se imagina y diseña la tecnología en diferentes partes del mundo.
Sin embargo, aunque una pluralidad de enfoques tecnológicos pueda ser deseable, un mundo que se enfrenta a retos a escala planetaria, como el cambio climático, requiere un pensamiento a escala planetaria. Los satélites meteorológicos como Geo representan un nuevo tipo de aparato tecnológico que, desde mediados del siglo XX, rodea el globo, creando un exoesqueleto computacional compuesto por sistemas de teledetección, cables submarinos de Internet, esta- ciones de vigilancia medioambiental, centros de datos y modelos informáticos que revelan colectivamente el estado del planeta, su historia y su probable futuro.
Como escribe el filósofo Benjamin Bratton, la computación a escala planetaria es una especie de inteligencia sintética emergente que es a la vez humana y máquina, es una forma de cognición artificial que nos permite percibir la Tierra como un todo interconectado. La inteligencia sintética nacida de la computación a escala planetaria es, en primer lugar, la forma en que sabemos que se está produciendo el cambio climático.
Y esta inteligencia sintética planetaria no sólo describe el mundo, sino que también actúa sobre él. Al fin y al cabo, los modelos informáticos del planeta conforman cada vez más las decisiones económicas, políticas y geológicas: los modelos del mundo que tenemos hoy dan forma al mundo de mañana.
Tal vez entonces Geo, el satélite meteorológico que «sueña con mundos» maneje un poder creativo mucho mayor del que siquiera puede imaginar. En la era de la inteligencia planetaria sintética, la mayor forma de arte puede ser, de hecho, esculpir y moldear mundos habitables.