Tomar mi cuerpo es tomar Mi Vida, de Natacha Voliakovsky

Unquillo. Córdoba. Argentina. Hasta 31 de marzo 2022.
Tomar mi cuerpo es tomar Mi Vida
Esaa Galería
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Tomar mi cuerpo es tomar Mi Vida

Natacha Voliakovsky

Curaduría de Patricia Rizzo

Esaa Galería
Rosario 96, X5109 Unquillo, Córdoba
Visitas con cita previa +54 9 3516367983

Galería Esaa presenta una muestra de Natacha Voliakovsky (Buenos Aires), artista que integra su equipo desde el año 2019, actualmente residiendo en Nueva York. Inauguraron TOMAR MI CUERPO ES TOMAR MI VIDA en Septiembre del año pasado con la curaduría de Patricia Rizzo. La muestra se extiende en 4 salas de la galería con instalación, video y fotografía.

 

Tomar mi cuerpo es tomar Mi Vida

En los últimos años, Voliakovsky se ha sometido repetidamente a diversas intervenciones quirúrgicas de orden estético y correctivas que han ido cambiando su fisonomía y apariencia visual. Algunas de esas consecutivas injerencias sobre su cuerpo a lo largo del tiempo han sido más categóricas que otras, más o menos visibles o determinantes, pero lo importante es que ha ido moldeando –se ha ido moldeando- tras un largo proceso de elaboración,bajo una idea de reparación de su identidad. Desde la carne, como ha dicho. Esta idea de reparación y perfeccionamiento atraviesa tanto su campo productivo como su compromiso artístico y conceptual. Es interesante su evolución; su obra iniciática hablaba de características y dolores inherentes a la constitución femenina; dibujos y pinturas, algunas fragmentarias y otras con imágenes más narrativas que mostraban ciertas visiones sobrelas mujeres, a veces sólo úteros y tetas y otras más exhaustivas en los detalles. En algunos de ellos aparecen ideas tempranas en torno a las cirugías, vendas, autorretratos con laceraciones y partes faltantes en las representaciones de los cuerpos. Tenían en común cierta provocación y actitud de arremeter, llevarse las cosas por delante casi patriarcalmente, una postura espejada de la gran lucha feminista. De alguna manera y lentamente, la obra exteriorizada dejó de representarla y fue llegando a sí misma. Nada más comprometido que su propio cuerpo, asumido como territorio moldeable y módulo de exhibición y también –y principalmente- esa certeza autorreferencial evidenció que ya no necesita una actitud o talante provocador, porque señalizando ciertos dolores la realidad se encarga naturalmente de mostrar su crudeza. Ella es su obra y así se planta y por eso también es creíble, no hay caracterizaciones (aunque sí referencias) a representar, sino situaciones por las que elije atravesarse, en conexión, como una médium. Se hace obra el tema, se comunica, como una emanación.

La he visto reflexionar muy cuidadosamente en la construcción de muchas de sus acciones y performances y banco mucho su trabajo personal y convicción por llevar adelante una valorización de la actividad en el sentido de involucrarse, comunicar y defender que se realice y produzca con conceptos claros, tomados con seriedad. La forma de asumir su producción le ha otorgado un lugar de respeto y ya es referente entre sus pares. No es un dato menor su historia personal; Natacha tiene una sucesión dolorosa de sofisticados abusos emocionales y físicos que involucran agujas de peletería, heladeras conservadoras convertidas en advertencia o castigo y cosas no dichas o dichas a destiempo entre muchas otras instancias, algunas que es mejor no mencionar. Hay tantas historias de dolor similares, pero ella decidió convertir esas aflicciones en otra cosa. Acaso porque al pasado no es posible repararlo, ni factible el poder borrar la genética familiar aunque se intente, estableció que si habría nuevas cicatrices serían bajo su determinación y en todo caso, direccionadas hacia una idea e ideología del perfeccionamiento y la reparación. Las únicas marcas en mi cuerpo serán las que yo elija. En repetición, cada día, hecho carne, como un cántico de marcha.

                                                                                                                                                                           Patricia Rizzo
Córdoba, septiembre 2021.

 

 

Sobre Natacha Voliakovsky

http://natachavoliakovsky.ru

Natacha Voliakovsky (Buenos Aires, 1988) es activista, artista visual y de performance bio-hardcore política, Argento-Sudaca-Judia, mujer de alta Testosterona.
Su obra pone en relieve la lucha por la soberanía del cuerpo a través de performances que hackean el sistema desde adentro, exhibiendo de manera descarnada las reglas opresivas hacia minorías, migrantes e identidades de género diversas.

Seleccionada en el Programa Internacional INVERSE en colaboración con el Museo Momentary, Bentonville, Arkansas (2021), en el Taller para artistas de Creative Capital, NYC (2019), en el programa para artistas de performance EMERGENYC del Hemispheric Institute for Performance and Politics, NYU, (2019), del workshop intensivo de performance de la Venice International Performance Art Week en Venecia, Italia, (2018). Fue invitada por Überbau Haus en 2017 para realizar una residencia de investigación en arte contemporáneo en Sao Paulo, Brasil. Realizó la residencia de producción en Antártida Argentina en 2014, entre otras.

Durante los últimos 10 años, las obras y performances de Natacha se han destacado en exposiciones colectivas e individuales en Argentina, Uruguay, México, Brasil, Colombia, Guatemala, Finlandia, Italia, República Checa, India, Turquía, Ucrania, Dinamarca, Grecia y Estados Unidos.

Es la creadora del Método Voliakovsky una serie de técnicas de entrenamiento en performance art de alto impacto. El objetivo de la artista es compartir las técnicas que ella misma utiliza para preparar cuerpo y mente antes de realizar una performance art.

Desde 2019, es la Directora de Argentina Performance Art la primera plataforma de investigación teórica sobre Performance Art en Argentina, proyecto declarado de interés cultural por la Oficina de Mecenazgo Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Sus obras pertenecen a colecciones privadas.

 

Statement

El trabajo de Natacha se centra en el análisis del comportamiento social y cuestiona los límites de las reglas establecidas. Su práctica se centra en la deconstrucción social y la soberanía del cuerpo, y explora la relevancia del contexto como agente de cambio y resignificación.

A Natacha le interesan las múltiples formas en que las corporalidades e identidades son redefinidas por un lugar específico, entendiendo que no hay uno sino muchos cuerpos sociales que responden a diferentes problemáticas culturales, políticas y sociales. Investiga los espacios públicos como territorio a ser reclamado por mujeres, identidades no binarias, migrantes y minorías, e investiga el comportamiento social en los espacios públicos como una extensión de las dinámicas opresivas de género.

La narrativa política de su trabajo empuja los límites de la forma humana a su núcleo más vulnerable, desafiando lo que se percibe como biológico y natural. Sus piezas pretenden identificar los elementos que definen el género y las identidades para cuestionar la esencia del ser humano, abriendo espacio a nuevas posibilidades de existencia. Actualmente está investigando y probando diferentes métodos de biohacking como un gesto político de auto-manipulación eligiendo esculpir su identidad en sus propios términos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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