Paz Errázuriz, Galería Espacio Mínimo

Madrid, españa. Del 25 de mayo al 20 de julio de 2013.
Exposición de Paz Errázuriz
Series fotográficas Cuerpos (2002)
Tango (1986) y Sacrificio (1989-2001)
Programa Off de PhotoEspaña
Galería Espacio Mínimo
http://www.espaciominimo.es

 

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Para cerrar la temporada actual y dentro del programa Off de PhotoEspaña, la Galería Espacio Mínimo presenta la primera exposición individual en nuestro país de la artista chilena Paz Errázuriz en cuyas obras, en palabras de Nelly Richard,
La flotante ambigüedad del quizás, del tal vez, que opera en las fotos de P. Errázuriz como inductor de sospechas en torno a qué es lo realmente extraño en ellas, nos lleva a desconfiar de los índices sociales que catalogan normalidad y anormalidad. Después de mirar una de sus fotografías, proyectamos la sombra de una misma desconfianza hacia toda catalogación presuntamente asegurada. Las identidades retratadas por P. Errázuriz -identidades que van desde lo común (lo ordinario, lo cotidiano) hasta lo des-comunal (lo monstruoso, lo insólito, lo extremo)- caen bajo el mismo examen de luz, son inexorablemente sometidas a la misma nitidez que llama a precisión de rasgos y caracteres.

La exposición la conforman dos de sus más conocidas series fotográficas, Cuerpos (2002), cuyo título se extiende a la totalidad de la muestra, y Tango (1986) y su único trabajo videográfico hasta el momento, Sacrificio (1989-2001).

Sobre su trabajo en Cuerpos, escribe la artista:

Referirse a las profesiones u oficios de los fotografiados es como vestirlos y así dar señas de algo más. Por eso me gustan estos cuerpos. ¿Quién es el vendedor ambulante de tubos fluorescentes, ex boxeador peso mosca o ex bailarín de rock and roll y de mambo?. ¿O soplador de vidrio, de bolas para el árbol de navidad, ahora cesante por la competencia de bolas plásticas chinas?. ¿O la señora que es peletera y tiene un kiosko en Santiago centro donde lo que más vende son condones?. Una pareja preocupada de qué diría el hijo mormón u otra que habló con su diácono y éste les dijo que no había ningún problema porque “para algo dios los había creado a imagen y semejanza suya”.

Quise retratar estas personas porque era una vez más la forma de conocer al ser humano, de enfrentarse a la tercera edad, de escuchar sus opiniones, de cómo se relacionan con su cuerpo.

En palabras del escritor chileno afincado en Alemania, Hernán Valdés, El Tango además de ser bailable, es la expresión más compleja y heterogénea de la música universal. Es patético, sensual, cursi, sublime. Burlón, cruel, nostálgico, y por lo tanto el mejor desencadenante erótico.

Sobre esta serie, Enrique Lihn escribió en 1988:

El tango imagen de Paz Errázuriz –tango sin letra, música ni movimiento, pero congelado mayormente en los momentos claves en que se puede identificar el baile que bailan los bailarines- acusa la autenticidad de la representación de una representación.

Dentro de la trayectoria de la artista, El Sacrificio representa una ruptura respecto a la línea de trabajo que ha desarrollado como fotógrafa, labor por la que ha sido reconocida internacionalmente. El vídeo El sacrificio resulta una apuesta innovadora y, a la vez, inevitablemente coherente con el resto de trabajos. Durante nueve minutos transcurre el degollamiento de un animal: una escena cotidiana construida por 16.200 encuadres registrados con una cámara video 8 y posteriormente editados por ella misma. Esta secuencia fue grabada por Paz Errázuriz en 1989, año de significativos acontecimientos y permaneció, como ella dice “desactivada en el cajón de las causas pendientes”. Fue sólo en el año 2001, más de una década después, cuando la autora decidió que había llegado para ella el momento de articular esa historia. En palabras de Gwen Kirkpatrick, es una especie de homenaje ante la experiencia de la muerte y la del dolor, la experiencia de ser testigos de ello. No hay explicaciones narrativas porque no hay explicación posible. La fuerza de las imágenes, con su inexorable presentación de la agonía del cordero, el minucioso trabajo del matarife y la imposibilidad de evadir la visión del desmembramiento de ese ser que minutos antes lo vimos vivo, nos enfrenta con una muerte real, con una muerte no simbólica.

+ info http://www.espaciominimo.es

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