Who Is Afraid of Ideology? de Marwa Arsanios, MUAC

Ciudad de México. Hasta el 12 de noviembre 2023.
Marwa Arsanios
Who Is Afraid of Ideology? Part 4, Reverse Shot
¿Quién teme a la ideología? Parte 4: Contraplano
MUAC / Museo Universitario de Arte Contemporáneo
Sala10
Insurgentes Sur 3000. Centro Cultural Universitario
Delegación Coyoacán. C.P. 04510.
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Who Is Afraid of Ideology?

Sala10: Marwa Arsanios

exposición virtual

El MUAC exhibe en su Sala10 Who Is Afraid of Ideology? Part 4, Reverse Shot [¿Quién teme a la ideología? Parte 4: Contraplano] de Marwa Arsanios

Este filme forma parte de una serie de videos que abren reflexiones colectivas sobre formas alternativas de producción de conocimiento y de resistencia frente a las violencias coloniales, ecológicas y de género.

La obra de la artista, cineasta e investigadora Marwa Arsanios toma la forma de la instalación, el performance y la imagen en movimiento. Su labor de investigación abarca múltiples disciplinas y se despliega en numerosos proyectos de colaboración.

El Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC, UNAM, presenta, del 15 de mayo al 12 de noviembre de 2023 en su Sala10, la exposición virtual Who Is Afraid of Ideology? Part 4, Reverse Shot. [¿Quién teme a la ideología? Parte 4: Contraplano]. Este filme forma parte de una serie de videos de Marwa Arsanios que abren reflexiones colectivas sobre formas alternativas de producción de conocimiento y de resistencia frente a las violencias coloniales, ecológicas y de género.

La obra, comenta la curadora Alejandra Labastida, interroga cómo podemos reinventar nuestra relación con la tierra al pasar de una lógica de propiedad a una de uso comunal y, sobre todo, cómo rebasar el horizonte antropocéntrico de nuestra relación de propiedad para incorporar la perspectiva de la propia tierra como ente autónomo. Con esta serie, la artista explora el potencial de unir la creación de zonas de autonomía con prácticas de cuidado comunitario y ecológico.

Alianza vital con la tierra
Arsanios estudia las prácticas ecofeministas de supervivencia que algunas comunidades han desarrollado en distintas localidades con diferentes condiciones, siempre en relación con el territorio. En los últimos años, la artista ha viajado al norte de Siria, a Líbano y a Colombia para trabajar con diferentes comunidades en resistencia: en Kurdistán documentó las luchas de un asentamiento ecológico de mujeres y de las activistas del movimiento independentista y en Colombia trabajó con una comunidad indígena agrícola. En esas acciones, la temática de la alianza con la tierra es vital.

En la cuarta entrega de la serie, Arsanios pone en marcha un ejercicio de reciprocidad con la tierra misma, al preguntar qué es lo que ella puede querer. Con esa intención, cambia la escala y hace un corte de cámara para intentar darle derecho de réplica. En términos cinematográficos, se trata de un contraplano, y ese encuadre da título a la obra.

Con estos recursos, la tierra aparece como una cuarta comunidad en resistencia. Sin embargo, Arsanios reconoce que en esa estrategia también se ha puesto una trampa ética. ¿Cómo representar algo sin apropiárselo? ¿Cómo reconocer a la tierra como sujeto de enunciación sin fetichizarla o antropomorfizarla? ¿Cómo navegar por el suelo minado del lenguaje? Cuestiones que acentúan la pregunta obligada del momento: ¿cuál será su pronombre de preferencia?

Alejandra Labastida señala que Arsanios, en su guion, imagina, como demanda principal de la tierra, la abolición no sólo del régimen de propiedad privada, sino de la propiedad como tal: “La relación que nos propone es comunitaria, íntima, sin jerarquías de poder y de un uso libre de toda noción de propiedad”.

Al final de su video, Marwa Arsanios muestra la imagen de un territorio cuerpo-tierra que se ha desprendido y se aleja volando: finalmente es autónomo y libre. Escapa de nuestro horizonte donde imaginarse un mundo sin propiedad privada equivale a desafiar la gravedad. “Ésta no es una argumentación ideológica, sino un movimiento inapelable. La última palabra la tiene la grieta”, concluye la curadora.

Marwa Arsanios (Washington, DC, 1978; vive y trabaja en Berlín)
Es artista, cineasta e investigadora. Su obra toma la forma de la instalación, el performance y la imagen en movimiento. Arsanios reexamina el desarrollo político de la segunda mitad del siglo XX, centrándose en las relaciones de género, el colectivismo, el urbanismo y la industrialización. La labor de investigación que desarrolla abarca múltiples disciplinas y se despliega en numerosos proyectos de colaboración. Su trabajo ha sido presentado en un gran número de exposiciones individuales y colectivas, entre las que destacan: Mosaïc Rooms, Londres (2022); 5th Mardin Bienali (2022); Documenta 15, Kassel (2022); Contemporary Arts Center, Cincinnati (2021); 3rd Autostrada Biennale, Pristina (2021); Kunsthalle Münster (2021). Sus películas se han proyectado en Cinéma du Réel, París (2021); Rotterdam Film Festival (2021); EMAF, Osnabrück (2021).

 

Who Is Afraid of Ideology? Part 4, Reverse Shot
[¿Quién teme a la ideología? Parte 4: Contraplano]

La obra interroga cómo podemos reinventar nuestra relación con la tierra al pasar de una lógica de propiedad a una de uso comunal y, sobre todo, cómo rebasar el horizonte antropocéntrico de nuestra relación de propiedad para incorporar la perspectiva de la propia tierra como ente autónomo. Con esta serie, la artista explora el potencial de unir la creación de zonas de autonomía con las prácticas de cuidado comunitario y ecológico.

Derecho de réplica

Arsanios estudia las prácticas ecofeministas de supervivencia que diferentes comunidades han desarrollado en distintas localidades con diversas condiciones, siempre en relación con el territorio. En los últimos años, la artista ha viajado al norte de Siria, Líbano y Colombia para trabajar con diferentes comunidades en resistencia: en Kurdistán documentó las luchas de un asentamiento ecológico de mujeres y de las activistas del movimiento independentista y en Colombia trabajó con una comunidad indígena agrícola. En esas acciones, la temática de la alianza con la tierra es vital.

En la cuarta entrega de la serie, Arsanios pone en marcha un ejercicio de reciprocidad con la tierra misma, al preguntar qué es lo que ella puede querer. Con esa intención, cambia la escala y hace un corte de cámara para intentar darle derecho de réplica. En términos cinematográficos, se trata de un contraplano, y ese encuadre da título a la obra. El lenguaje del plano-contraplano, que consiste en tomar dos planos consecutivos y opuestos uno tras otro, es la estructura más recurrida para filmar una conversación. Con estos recursos, la tierra aparece como una cuarta comunidad en resistencia. Sin embargo, Arsanios reconoce que en esa estrategia también se ha puesto una trampa ética. ¿Cómo representar algo sin apropiárselo?, ¿cómo reconocer a la tierra como sujeto de enunciación sin fetichizarla o antropomorfizarla?, ¿cómo navegar el suelo minado del lenguaje? Cuestiones que acentúan la pregunta obligada del momento: ¿cuál será su pronombre de preferencia?

En inglés, Arsanios usa el pronombre It para referirse a la tierra, que no tiene equivalencia en español no sólo porque en esa lengua no escapamos del binarismo de género, sino porque no hay un pronombre destinado a las cosas. En cambio, en español y en árabe a la palabra tierra se le ha asignado el género femenino. Esa intuición no es arbitraria. En el sistema patriarcal, los entrecruces son muchos entre el cuerpo-mujer y la tierra, pues ambos son sujetos de expropiación y explotación sin derecho de réplica o autodeterminación. Muchos colectivos de mujeres han encontrado en la alianza con la tierra la forma de desprenderse de las violencias patriarcales sistémicas. En palabras del colectivo Mujeres de la Tierra [1] de Milpa Alta la tarea consiste en “defender el territorio-cuerpo y el territorio-tierra”. Sin embargo, esa alianza no está exenta de peligros. En la última década, alrededor de 1800 activistas medioambientales han sido asesinados, de los cuales el 68% eran de origen latinoamericano. México es el país con más ataques letales contra activistas. [2]

Por supuesto, la cuestión no es empantanarse en problemas de pronombres que sólo atañen a seres que pasan por la fase del espejo de Lacan y viven en la ilusión de ser individuos únicos en lugar de un ecosistema para bacterias. Sin embargo, siendo lo que somos, no escapamos del problema de encontrar un lenguaje compartido.

Ya se ha escrito ampliamente sobre el hecho de que el capitalismo no hubiera sido posible sin el despojo de la tierra y la creación de un proletariado rural, es decir, de una fuerza de trabajo sin tierra. El Estado-nación sabe que depende de esta alienación. Dilar Dirik, una de las activistas kurdas que Marwa Arsanios ha entrevistado a lo largo de su investigación, expresa claramente por qué lxs medioambientalistas representan tal amenaza como para recurrir a la violencia extrema:

“Destruir la naturaleza forma parte de una política de asimilación por parte de los Estados nación dominantes. Cuanto menos conscientes de su vínculo con la naturaleza sean las personas, más probable será que se conviertan en individuos liberales, leales sólo al Estado […] El Estado intenta destruirla activamente porque es muy consciente de la conexión entre seres humanos y la naturaleza. El Estado sabe que, para legitimarse y justificarse, necesita romper este vínculo…”. [3]

En su guion Arsanios imagina, como demanda principal de la tierra, la abolición no sólo del régimen de propiedad privada, sino de la propiedad como tal. La relación que nos propone es comunitaria, íntima, sin jerarquías de poder y de un uso libre de toda noción de propiedad. Éste es el siguiente paso evolutivo de la consigna zapatista: “La tierra es de quien la trabaja”. Con este movimiento, la tierra dejaría de ser un sujeto de apropiación.

Los animales humanos que participan en el video convocan diferentes antecedentes de las relaciones comunales con la tierra, como los Mashaa [4] del Imperio Otomano. En sus conversaciones, recorren los argumentos legales, históricos, religiosos, filosóficos y epistemológicos que podrían sostener un cambio de orden: los mismos terrenos en los que sigue en disputa el cuerpo-mujer. Pero Arsanios intuye que la enunciación de la tierra tiene otra lógica, otra escala y otra temporalidad. El relato del discurso de la no-propiedad es interrumpido por unas piedras que se mueven unas contra otras, que vibran y tiemblan. “La revolución será tectónica”, sentencian. Un contraplano da protagonismo a unos hongos —la alusión al micelio aparece— pero en esta ocasión Arsanios no está interesada en el lenguaje de la conservación de la vida, sino en el de la ruptura y la grieta. La temporalidad de este lenguaje atraviesa las eras geológicas y los fósiles nos recuerdan cuando la tierra yacía bajo el mar libre de nuestras ambiciones.

Arsanios ofrece un aliciente a nuestras limitaciones temporales para interpretar esta coreografía milenaria que no tiene miedo a la ideología. Al final de su video nos muestra la imagen de un territorio cuerpo-tierra que se ha desprendido y se aleja volando. Finalmente, es autónomo y libre. Escapa de nuestro horizonte donde imaginarse un mundo sin propiedad privada equivale efectivamente a desafiar la gravedad. Ésta no es una argumentación ideológica, sino un movimiento inapelable. La última palabra la tiene la grieta.

Alejandra Labastida

1 https://www.instagram.com/mujer_esdelatierra/
2 Thelma Gómez Durán, “Década mortal: el 68% de los asesinatos de defensores ambientales en los últimos 10 años se ha registrado en Latinoamérica”, Mongabay, 29 de septiembre de 22. Disponible en: https://es.mongabay.com/2022/09/68-por-ciento-de-los-asesinatos-de-defensores-ambientales-en-los-ultimos-10-anos-se-ha-registrado-en-latinoamerica/
3 Marwa Arsanios, “Who’s Afraid of Ideology? Ecofeminist Practices Between Internasionalism and Globalism”, e-flux Journal, septiembre de 2018. Disponible en: https://www.e-flux.com/journal/93/215118/who-s-afraid-of-ideology-ecofeminist-practices-between-internationalism-and-globalism/
4 En el Imperio Otomano existía la figura legal de las Mashaa: tierras comunales cultivadas por colectivos que no tenían derechos de propiedad sobre ella, sólo de uso.

 

Rumbo a la soberanía alimentaria.

Una conversación entre Marwa Arsanios y María Estela Barco
Esta conversación se llevó a cabo el 15 de abril, 2023 por videollamada. Este texto es un extracto que fue editado para facilitar su lectura.

 

Marwa Arsanios (MA): ¿Puedes empezar a describir un poco el trabajo de DESMI (Desarrollo Económico y Social de los Mexicanos Indígenas)? Y también sobre el trabajo, más específicamente, con las semillas.

María Estela Barco (MEB): DESMI tiene su sede en el estado de Chiapas, al sur de México. Nuestro trabajo actual se enfoca en lo que llamamos soberanía alimentaria, es decir, en la recuperación y fortalecimiento de los sistemas alimentarios de las comunidades indígenas y campesinas. […]

Marwa Arsanios (MA): ¿Puedes empezar a describir un poco el trabajo de DESMI (Desarrollo Económico y Social de los Mexicanos Indígenas)? Y también sobre el trabajo, más específicamente, con las semillas.

María Estela Barco (MEB): DESMI tiene su sede en el estado de Chiapas, al sur de México. Nuestro trabajo actual se enfoca en lo que llamamos soberanía alimentaria, es decir, en la recuperación y fortalecimiento de los sistemas alimentarios de las comunidades indígenas y campesinas. Como “sistemas alimentarios” entendemos las formas ancestrales de la agricultura en las comunidades, como el sistema milpa que tiene muchos más productos que sólo el maíz, el frijol o la calabaza. Cuando se trabaja de manera agroecológica se recuperan verduras nativas que también son alimentos para las familias. También retomamos el cafetal como sistema alimentario, que es el cultivo de café orgánico de manera agroecológica y bajo sombra. Son pequeños ecosistemas que, al conservarse bajo sombra, permiten el crecimiento de árboles frutales y alimentos propios de ese ecosistema que las comunidades conservan. Son plantas medicinales también y, al mismo tiempo, son hábitat de animales.

El otro sistema alimentario que impulsamos es el cultivo de huertos. Esto principalmente lo realizan las mujeres y lo fomentamos a nivel colectivo y a nivel familiar para que las familias puedan complementar la alimentación con otros vegetales, además de la milpa y el café. También está la ecotecnia que es la producción bajo invernadero, donde se cultiva jitomate orgánico, que también sirve para complementar la economía de las familias. Todo es para consumo propio, pero lo que queda lo venden para complementar su economía. Otro sistema es el de los animales de traspatio, principalmente pollos, pavos, patos y cerdos, que proveen de dinero a las familias, pero también de proteína; para nosotros también éste es otro sistema de alimentación.

Dentro de este trabajo incluimos la defensa de las semillas: defensa, protección y multiplicación de las semillas frente a las amenazas de las grandes empresas semilleras y de las nuevas leyes que, aunque todavía no se implementan, ya están escritas. Nos enfocamos principalmente en conservar las semillas de maíces, frijoles, chiles y las verduras. Vamos poco a poco en ese trabajo de resguardo, de multiplicación y de socialización entre las comunidades. Tenemos una pequeña red que le llamamos Red de Guardianas y Guardianes de Semillas que opera a nivel local para hacer todo este trabajo, esta conciencia con las familias, y que también la gente tenga la fuerza política de esta defensa. Estamos vinculados desde hace unos cinco años con la Red Mayense de Guardianas y Guardianes de Semillas, que son organizaciones que están en Campeche, en Yucatán y en Quintana Roo, y con nosotros aquí en Chiapas. En cuanto a la defensa de las semillas, también en esos espacios nos fortalecemos, vamos aprendiendo unos de otros y fomentamos mucho el intercambio de las semillas entre los pueblos.

MA: Tengo una pregunta sobre la problemática de la tierra y de la propiedad. ¿Existe un movimiento que esté pensando en la propiedad colectiva de la tierra? Y más allá de eso, ¿en la posibilidad de una tierra que no es apropiada legalmente, que se usa para la agricultura, pero cuya relación es de uso y no de apropiación?

MEB: Bueno, en estos momentos no. Los únicos que trabajan y que tienen tierra recuperada son los compañeros zapatistas, porque fue parte de su lucha de 1994. Hay una parte de la tierra que ellos trabajan en colectivo y es de la organización, de las comunidades, pero también reparten tierra a cada persona para su trabajo familiar. Son los únicos que están así. Las otras comunidades son tierras ejidales. Es una propiedad social que ya ha venido en detrimento con todas las leyes que se hicieron desde 1992. Hay una comunidad donde estamos trabajando que tiene tierras comunales. Ellos realizan trabajo colectivo, pero también cada familia tiene una pequeña porción de tierra. Estas tierras comunales están cerca de San Cristóbal, y la propiedad de la tierra es mínima; las familias no llegan a tener ni una hectárea. Éstas son diferentes formas de tenencia de la tierra, pero actualmente no hay una propuesta de socializar las tierras.

MA: Estoy pensando también en la cuestión de las semillas como una no-propiedad, como una pequeña cosa que es tan esencial por la vida o la subsistencia de la vida que contiene y cómo el trabajo que hace DESMI puede apuntar hacia la no-propiedad de las semillas a través de la circulación y el intercambio, y cómo podemos pensar y platicar esta no-propiedad. ¿Existen prácticas específicas que operan esta no propiedad? También, estoy pensando en la no acumulación de semillas. Si las semillas van caminando y circulando para ser plantadas no se trata de una práctica de acumulación. ¿Tienes alguna reflexión sobre la gestión de la propiedad en relación a la semilla?

MEB: La práctica de las comunidades en torno a las semillas empieza en la parcela: la gente va escogiendo las mejores. Hay una práctica milenaria que en cada cosecha las familias guardan la semilla que van a necesitar, pero también hay una práctica de intercambio. Si un compañero o compañera no tiene semillas, se intercambian; en ese sentido, hay una socialización. Esto se está haciendo en la red de defensa del maíz y en la red mayense. También, se están haciendo prácticas de conservar semillas de plantas medicinales para ver cuánto tiempo duran sin echarse a perder, sin picarse. Otra cosa que estamos haciendo es que en las parcelas se dedica un espacio vivo para poder reproducir esas semillas, para que cuando haya desastres naturales y que por alguna razón se pierda la siembra, la gente pueda proveer de semillas.

MA: Me gusta tanto esta idea de las semillas como una cosa social. Pienso que es una manera de crear una relación con ellas, pero no como un objeto. Las semillas no son un objeto, son una cosa que tiene vida, tiene su historia, su trayecto y su camino.

MEB: Son semillas vivas, porque nosotros decimos, por ejemplo, que un granito de maíz tiene dentro todo lo que necesita para crecer. Entonces, son semillas vivas.

MA: Sí, son semillas vivas y tienen su propia vida y su propia historia. Pienso que es una idea muy bonita que tienen su propia vida y, al mismo tiempo, son prácticas ancestrales que tienen su historia y son pasadas de una generación a otra. ¿Piensas que es necesario el trabajo desde DESMI de preservar y transmitir estas prácticas?

MEB: Sí, nosotros, en los espacios en los que participamos, tratamos de fomentar esta conciencia sobre las semillas, ante la amenaza de las leyes y de la invasión de las semillas transgénicas. Lo queremos hacer, sobre todo con los jóvenes, para que se retome este amor a la tierra y también para detener la migración y que la gente pueda tener alternativas de vida aquí en sus comunidades. En los últimos años, la migración de gente joven ha aumentado mucho, en todos los espacios hay mucha preocupación por esto.

MA: Y la relación con las comunidades de mujeres, ¿hay una política específica para empoderar a las mujeres campesinas?

MEB: Sí, además de que ellas trabajan los huertos, también se involucran en la siembra de maíz, en el trabajo de animales de traspatio. De la pandemia para acá ha crecido el deseo de las plantas medicinales, entonces, es algo que estamos fomentando. Hay comunidades que tienen a mujeres que sanan con plantas medicinales. También, estamos fomentando el cultivo de plantas medicinales para elaborar pomadas o microdosis, principalmente con las mujeres. Con ellas queremos reflexionar sobre los derechos de las mujeres, su derecho a participar y, para eso, también nos sirve mucho retomar la Ley Revolucionaria de Mujeres Zapatistas. Vamos reflexionando sobre sus derechos con ellas: el derecho a organizarse, el derecho a tomar decisiones. Como decimos nosotros o nosotras: “la piedrita siempre son los hombres”, pero también con ellos tenemos planeado realizar talleres de masculinidad.

MA: Hay una particular violencia contra las mujeres, ¿podemos pensar que algo que puede ayudar a reducir la violencia es la economía? ¿Mujeres económicamente independientes, pero interdependientes con otras mujeres? ¿Existen economías alternativas o grupos de mujeres que se organicen con el trabajo de la tierra y las semillas en ese sentido?

MEB: Independientes, todavía no. Pero sí, las mujeres van trabajando colectivamente en los huertos, los traspatios, o en lo que nosotros llamamos transformación de alimentos. Por ejemplo, con las frutas pueden hacer mermeladas o con las plantas las microdosis, las pomadas, y eso les genera economía. Pero todavía son pequeños colectivos y no son grandes economías. También, varias mujeres de comunidades producen sus propios tejidos, sus huipiles, mantelitos o blusas, que venden y esto les va generando recursos. Pero todavía no hay un grupo independiente económicamente de mujeres porque, en el caso de las mujeres que son casadas y que tienen hijos, su preocupación es siempre la familia, no su beneficio personal. Estamos tratando de que también piensen en ellas, que se cuiden ellas, como un cuidado personal. Eso lo estamos tratando de fomentar, pero sí, todavía no hay un grupo económico independiente sólo de mujeres.

Marwa Arsanios
Who Is Afraid of Ideology? Part 4, Reverse Shot
[¿Quién teme a la ideología? Parte 4: Contraplano]

Video a color, 35’
Cortesía de Mor Charpentier

Curaduría: Alejandra Labastida
Textos: Marwa Arsanios, María Estela Barco, Alejandra Labastida
Dirección de contenidos: Ekaterina Álvarez Romero, Cuauhtémoc Medina
Coordinación curatorial: Mariel Vela
Gestión digital: Ana Cristina Sol Sañudo
Edición de contenidos: Roberto Barajas Amieva, Vanessa López García, Yerem Mújica Toscano
Traducción al español: Juan Francisco Maldonado
Traducción al inglés: Julianna Neuhouser
Transcripción: Cynthia Ávila López, Montserrat Ávila López
Prensa: Francisco Domínguez Morales, Eduardo Lomas

En colaboración con el Festival de Arte y Ciencia El Aleph

 

+ info https://muac.unam.mx

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