Ciudad de Córdoba, Argentina. Hasta el 14 de junio 2025.
HADO, exposición de Damián Linossi
EPA
Espacio de Prácticas Artísticas
San Martín 527
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HADO
Exposición de Damián Linossi
EPA
Espacio de práctica, pensamiento y producción de arte contemporáneo.
San Martín 527. Ciudad de Córdoba, Argentina.
En el silencio de la crisis general, los espejos parabólicos callejeros reflejan el caos de la protesta social argentina. El FMI, los incendios, la violencia y las mentiras de un gobierno neo-fascista.Todo al mismo tiempo, todo colapsado. ¿Puedo hacer arte desde el sentimiento colectivo? de girar y girar sin sentido porque nadie sabe bien qué hacer. En el país y el mundo, nuestro presente dejó de ser algo confiable y buscamos algo más real, libre de espejos de humo, de engaños, de las mentiras de una sociedad partida.
Damián Linossi,
Abril 2025.
Hado, hadas, hades.
«Parece que entras a un antro berlinés o a un set de Matrix. Es que la luz medio verde-sepia, transforma al espíritu posgótico de la ruina en una nave futurista.
Hado es como una rendija del mundo por donde ingresa otro mundo. Hado, hadas, hades.
La impresion de que la muestra trata sobre lo oscuro de este mundo es casi instantánea, sin embargo, no tanto en los dibujos donde la obra quiere representar directamente el conflicto social, económico y político. La oscuridad de la ultratumba, el carácter ominoso del destino, busca ser dicho literalmente en los dibujos. Hay ojos, garras, gritos, rayones, caos, consignas. Líderes, y banderas. Sin embargo, es el conjunto escultórico de bases con espejos domo y el título de la muestra lo que sutilmente, traen el destino fatal a la sala.
Hado: Participio pasado con ese infierno al final de toda acción: -ado, dibujado, hablado, iluminado, espejado. Pero también -ado, como sufijo, está en esa palabra gigante, lugarteniente de todas las cosas que han sido, fiesta de todas las ruinas: ojo espejado sin pupila que mira desde todas las cosas: el pasado. Hado. lit. el destino, ineludible, fatal, el huracán que sopla desde el origen de los tiempos, emerge acá como bases para espejismos urbanos, como ojos progresivos, para ver ninguna esquina, para retrover ningún peatón, para reflejar ninguna ciudad.
La altura de los óculos es clave, porque están como a media hasta. Habitualmente ocupan la altura de hornero, en un poste o una esquina céntrica. Es un espejo domo para encoger un espacio de la ciudad en una imagen cóncava 360° de base circular, instalada allá arriba tipo señal de tránsito. Son un dispositivo de seguridad. En Hado, los domos están en la parte inferior de una estructuras geométricas de madera que parece blanca (pero es amarillo claro iluminado con azul, celeste y verde). No están hechos para vigilar, sino para desobservar, para mirar torcido, para ver desde el punto ciego.
El Hades, la versión infernal del destino, se vuelve fisura. Ahí donde no llega la luz, en el fondo de la plataforma del Oceáno Atlántico, se encuentra la zona hadal, una fractura a más de 11km de profundidad donde no se sabe qué hay. El infierno debe ser también estar perdido en un juego de espejos, iluminadas teatralmente, en un no-lugar de infinitas vistas que se reflejan, en un paisaje geométrico, idealista, pero donde nadie mira a nadie. O espejos que no nos reflejan para nuestros ojos, sino para los ojos de las máquinas omnividentes.
Una de las piezas escultoricas, tiene una silueta curva, un guiño a Eiffel o a Tatlin: Monumento a la internacional por las artes visuales caídas, torre para las miradas que ascienden desde la luz hacia las tinieblas.»
Por Manuel Molina. @manu3lmol1na
Fotos: Francisco D’Angelo @franciscodangelophoto