Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Junio 2025.
“Supercuerdas tecnopoéticas”: cruces entre arte, ciencia y tecnología en Latinoamérica
Por Agustina Rinaldi
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“Supercuerdas tecnopoéticas”: cruces entre arte, ciencia y tecnología en Latinoamérica
Por Agustina Rinaldi
Este texto retoma la charla que brindé en la apertura del ciclo de conversaciones “Pleamar Inmersiva” en el Palacio Libertad. A partir del cruce entre una teoría científica y un manifiesto filosófico, delimité una zona intermedia desde la cual analicé proyectos tecnopoéticos de artistas latinoamericanos que curé en estos últimos cinco años. Estas obras comparten dos características fundamentales: están regidas por la transdisciplinariedad y acercan aquello que tradicionalmente se ha considerado opuesto.
Durante la charla que se llevó a cabo en el Auditorio 404 del Palacio Libertad, en el marco de la apertura del ciclo de charlas de “Pleamar Inmersiva”, presenté parte de una investigación personal donde convergen tres campos: la ciencia, la filosofía y las tecnopoéticas.
Durante mi práctica curatorial -que contempla investigación, producción, exhibición y expansión de proyectos- hallé un punto en común entre un aspecto clave de una teoría científica y una acción concreta de un manifiesto filosófico. A partir de esta convergencia, propuse una categoría con características específicas, a la que denominé “supercuerdas tecnopoéticas” -que abordaremos en detalle más adelante- para enmarcar las obras de los artistas latinoamericanos que curé en estos últimos cinco años.
Estos trabajos se convierten en “supercuerdas” al facilitar el acercamiento entre lo que tradicionalmente fue considerado opuesto -desde el arte y la ciencia hasta lo humano y lo no humano- con el fin de delinear otros posibles accesos al territorio que habitamos.
“Eternidade”, Aun Helden, Pinta BAphoto, curaduría para COTT
La creación de supercuerdas: una reivindicación de lo heterogéneo
“Abrir y decodificar las tecnologías que nos constituyen sirve tanto para la química como para el código. Se trata de participar en una multiplicidad de prácticas disidentes -experimentación, reparación y cuidado- que proponen otro abordaje del mundo que conocemos”, expresa Paul Preciado en Dysphoria Mundi.
Con intención de llevar adelante este “hackeo”, el filósofo propone diversas acciones. Sin embargo, la que me interesa abordar es “La creación de supercuerdas”. “Como es necesario romper las unidades que han sido formadas normativamente, es pertinente unir lo que ha sido separado. De ahí que las asociaciones de series heterogéneas aparezcan como potencialmente revolucionarias. La creación de supercuerdas tiene como objetivo unir lo distante y lo disonante”, afirma.
No es una «novedad» que Preciado proponga la “asociación” de series heterogéneas. Hace más de 60 años, la bióloga Lynn Margulis aseguraba que “los cambios evolutivos no se dan a partir de las mutaciones genéticas, sino en el encuentro y la simbiosis entre diversas especies”. En asociación, no en competencia. Tampoco es inusual que hable de «supercuerdas», término que proviene de “La teoría de las supercuerdas», un sistema matemático postulado por la física teórica que busca unificar las fuerzas fundamentales del Universo.
Si deseamos entender por qué de una teoría científica puede emerger un manifiesto filosófico y, a partir de mi operación curatorial, hacer de este cruce transdisciplinar una categoría donde se enmarcan obras de arte con características específicas, debemos sumergirnos en las profundidades de esta otra manera de concebir el “cosmos”.
“Apología del Resto”, Juan Miceli, curaduría para CNB
La teoría de las supercuerdas: hacia una comprensión vibratoria del universo
“La teoría de las supercuerdas”, que nació a fines de la década del 60, postula que las partículas fundamentales del universo -como electrones, quarks, neutrinos, fotones y bosones- no son puntos sin dimensión, como afirma el modelo estándar, sino diversas manifestaciones de una misma entidad: la cuerda. Según esta teoría, las partículas tienen determinadas características según cómo vibren estos filamentos.
Otro de sus principios fundamentales propone la existencia de múltiples dimensiones adicionales a las que conocemos, que aún no han podido ser identificadas con los instrumentos de medición actuales (punto que desarrollaremos en un próximo texto, a partir de un trabajo curatorial específico).
Lo que la hace consistente es un aspecto fundamental, “la supersimetría”, que me arrojó a delimitar una categoría propia en la que enmarcar obras tecnopoéticas con características específicas. Este principio postula que cada partícula “original”, que emerge de la vibración de la cuerda, tiene una “supercompañera” opuesta, pero complementaria. En síntesis, las fuerzas fundamentales del universo se equilibran mediante opuestos que se complementan. Lo que me lleva a pensar que lo distante y lo disonante, más que repelerse, se atraen.
Cada partícula “original” tiene una “supercompañera” opuesta, pero complementaria
Supercuerdas tecnopoéticas: acercar lo distante mediante la cocreación con la técnica
A partir del entrelazamiento de “La teoría de las supercuerdas” (ciencia) y “La creación de supercuerdas” (filosofía), propuse una categoría propia para enmarcar las obras de artistas latinoamericanos que curé en los últimos cinco años.
Considero a estos trabajos “supercuerdas tecnopoéticas” porque, a partir de la cocreación con la técnica, acercan lo que tradicionalmente fue considerado opuesto -ciencia | arte, humano | no humano, natural | artificial, sujeto | objeto, vida | materia – en búsqueda de otros equilibrios entre las agencias, a los que considero maneras de performar futuros posibles. Estas obras en exhibición actúan como accesos divergentes al mundo que creemos conocer en su totalidad, pero que aún aguarda ser desvelado de múltiples maneras.
Antes de analizar casos concretos de obras que enmarqué en esta categoría y que fueron exhibidas en “Tecnopoiesis”, curada en el marco del programa “Intra|acciones: cruces posthumanistas en el arte contemporáneo” para La Casa Nacional del Bicentenario, es necesario entender por qué también corresponden a la línea de pensamiento posthumanista. Además, es importante explicar por qué las considero “tecnopoéticas” y no “obras tecnológicas”.
Inside, A.N.A (Julián Petrina), curaduría para CNB
Si bien las artes electrónicas emergen del cruce entre múltiples disciplinas y del trabajo colectivo, especialmente en nuestro contexto local, donde la colaboración teórica y práctica es urgente, estas obras se enmarcan en la corriente posthumanista porque ponen en jaque el binarismo humano | no humano en búsqueda de “terceros cuerpos” imposibles de categorizar. Además, delinean zonas de contacto disidentes, regidas por otros equilibrios -no piramidales- entre las agencias.
El cómo estas “supercuerdas tecnopoéticas” abordan la tecnología también las acerca al posthumanismo y las aleja del transhumanismo. Mientras que el transhumanismo busca dominar la técnica, a la que entiende como un mero instrumento para expandir las capacidades humanas y perpetuar su posición dominante, el posthumanismo se alía con ella para cocrear espacios intermedios regidos por la hibridez. Cuando se produce el ensamblaje arte-técnica, la concepción moderna de la técnica propia del transhumanismo queda atrás. Ya no hay producción en sentido instrumental, sino cocreación, codirección y coafectación en clave posthumanista.
Por último, considero a estas obras “supercuerdas tecnopoéticas” y no “supercuerdas tecnológicas” a partir de una diferenciación clave que hace la teórica argentina Claudia Kozak en nuestro contexto local. Las tecnopoéticas, a diferencia de las obras tecnológicas, no solo contemplan el espacio técnico-artístico, como la técnica y la materialidad que hacen a las piezas, sino también el espacio técnico-social. Estas poéticas | políticas generan tensión al cuestionar el tiempo tecnológico en el que fueron desarrolladas. Ponen el dedo en la llaga de la contemporaneidad. Además, proponen otros imaginarios técnicos, a lo que podríamos considerar puntos intermedios entre la distopía y utopía tecnológica propia de la ciencia ficción; desde lo cyberpunk hasta lo solarpunk.
“Devenir Animal”, Martina Servio Olavide, curaduría para la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires
Tres casos de “Supercuerdas tecnopoéticas” por artistas latinoamericanos
Las obras que se presentan a continuación acercan lo que alguna vez fue distanciado gracias a procesos de cocreación con la técnica. Fueron desarrolladas por artistas latinoamericanos que, inspirados en investigaciones científicas, concibieron sus piezas a partir de principios de marcos teóricos tradicionalmente considerados impenetrables.
Lena Becerra: “Die Organprojektion II”
Esta instalación autopoiética de la artista argentina Lena Becerra, desarrollada especialmente para Tecnopoiesis, está compuesta por módulos: una piscina central en diálogo con mangueras de suero que emergen del techo y células de silicona y tejido que se conectan desde las paredes.
Una bomba de agua y un humidificador hacen que el líquido, además de estar en constante movimiento en la pecera, circule por las mangueras. A medida que avanzaron los días, este se volvió cada vez más espeso. Esto provocó un llamativo “efecto” gracias a la tinta yendo y viniendo por la red tentacular. También, que se formara una fina capa de materia viva en la estructura central y que se intensificara el aroma que emanaba el tejido sumergido en el oscuro líquido.
La búsqueda de Lena está signada por investigaciones científicas y prácticas médicas. Sus piezas incorporan nociones de la química y elementos hospitalarios, lo que nos arrojó a crear esta zona quirúrgica potenciada por un trabajo lumínico específico.
Con el fin de pensar la pieza en el centro de la sala, retomamos una exploración de la teórica Laura Tripaldi, quien explica que las fronteras, los puntos intermedios entre una cosa y la otra, imperceptibles para nosotros al menos que utilicemos aparatos de medición, no son imaginarias, sino espacios materiales en latencia. Lo que nos impulsó a imaginar esta zona especulativa como un tercer cuerpo modular en emergencia.
“Die Organprojektion II” en “Tecnopoiesis”, Lena Becerra, curaduría para CNB
“Ruinas en Reversa”, Angel Salazar
Esta pieza audiovisual multipantalla, que fue creada especialmente para Tecnopoiesis por el artista ecuatoriano Angel Salazar, está regida por algoritmos generativos, espacios virtuales y técnicas de fabricación digital.
Mediante una red neuronal generativa y el posterior procesamiento de las imágenes que arrojó, el artista creó estas transformaciones radicales de amonites, una subclase de molusco extinto que habitó el planeta hace millones de años y que hoy, sus restos fósiles, forman parte de la gran masa de materia mineral terrestre.
Esta obra de Angel se enmarca en los nuevos materialismos, una perspectiva filosófica situada dentro del pensamiento posthumanista que tiene como referentes desde doctoras en física teórica, como Karen Barad, hasta filósofas como Jane Benett y Katherine Hayles. Esta corriente postula que la materia, a la que solemos considerar inerte, es en realidad activa: no solo contextualiza el mundo que habitamos, sino que lo transforma y nos constituye como sujetos.
Esta concepción de la materia, que disuelve la frontera sujeto | objeto, se encarna en esta pieza, donde el artista pone de relieve que nuestra vida material condensa la memoria del planeta: desde los minerales hasta las arquitecturas y tecnologías que conforman nuestra cotidianeidad.
“Ruinas en reversa” en “Tecnopoiesis”, Angel Salazar, curaduría para CNB
“Estos son los restos del reino que destruí”, Penny Di Roma
Podríamos considerar a este objeto escultórico de la artista argentina Penny Di Roma un pequeño ecosistema situado en la sala de Tecnopoiesis, donde un musgo crece sobre desechos plásticos.
Desde el montaje hasta el fin de la exhibición, esta planta no vascular se expandió dentro de la estructura gracias al calor del dispositivo lumínico interno y a las condiciones específicas de la sala donde fue montada.
La pieza de Penny emerge de su investigación sobre “La Gran Mancha de Basura del Pacífico”, el cúmulo de desechos flotantes más grande del mundo, descubierto en 1997 por Charles Moore y que aún sigue ocupando a oceanógrafos, quienes abordan los cuerpos de agua desde diversas perspectivas.
En este contexto, la bioartista creó las condiciones para que una planta no vascular pudiera seguir creciendo sobre plástico. Lejos de buscar que las agencias se sobreadapten a los daños provocados por los humanos, su propuesta, en términos tecnopoéticos, consiste en imaginar y accionar otros espacios posibles donde la vida pueda continuar desarrollándose “a pesar de”. No se trata solo de una estrategia de revisión, sino de un gesto de reparación.
“Estos son los restos del reino que destruí” en “Tecnopoiesis”, Penny Di Roma, curaduría para CNB
Conclusiones
La ciencia y la filosofía, desde abordajes distintos, muchas veces se hacen las mismas preguntas. En este contexto, el ensamblaje arte-técnica actúa como terreno fértil para que las disciplines tradicionalmente consideradas antagónicas puedan converger, dando lugar a otras producciones de sentido.
Estos desbordes disciplinares, a los que considero “supercuerdas tecnopoéticas”, ya que acercan lo que fue distanciado en búsqueda de otros equilibrios entre las agencias, se convierten en otros posibles accesos al mundo que habitamos, regido por vitales fuerzas disonantes que, en virtud de sus diferencias, fluyen al unísono.
Agustina Rinaldi es curadora y comunicadora especializada en arte, ciencia y tecnología. Es Licenciada en Periodismo y Tecnologías de la Comunicación (UCU). Vive en Buenos Aires, Argentina.
Investiga los estudios posthumanistas filosóficos. Se ve influenciada por los nuevos materialismos y lo no nominado. Propone experiencias expositivas híbridas entre lo tangible e intangible, lo orgánico y lo artificial, lo humano y lo no humano.
Le interesa explorar el cruce, trascender los antagonismos impuestos y desafiar la rigidez de la disciplina.
Formó parte del programa Presente Continuo de arte, ciencia y tecnología llevado adelante por Fundación Bunge y Born y Fundación Williams en Fundación Andreani en colaboración con el CCEBA. También, del equipo de Museum District de Decentraland en la web 3.0.
Desarrolló y curó proyectos para la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, Centro Cultural Kirchner, Casa Nacional del Bicentenario, Microcentro Cuenta, Pleamar Inmersiva, ArtLab, Decentraland, Museum District, COTT, FOLA, 1+1, Mapa Feria y Abra Cultural. @agustirinaldi