Un día perfecto, de Ana Barriga

Madrid, España. Hasta el 12 de julio 2021.
Ana Barriga «Un día perfecto»
WE COLLECT
Conde de Aranda, 20
28001,
910111451
info@wecollect.club
https://wecollect.club
facebook
twitter
instagram

 

 

Un día perfecto

Ana Barriga

 

En su trabajo trata de encontrar el equilibro entre la razón y la emoción, dos territorios aparentemente contradictorios que, al friccionar, generan un tipo de energía que le interesa. Procura moverse en el ámbito de lo lúdico, un lugar compartido por artistas y niños, donde se abandonan los prejuicios y aflora la parte más inesperada de nosotros.

El humor, el juego o la ironía son modos de posicionarnos ante la realidad de una manera distinta e inesperada, de romper patrones comunes. De ahí surgen situaciones imprevisibles que desprenden frescura y nos resultan atractivas porque no se ajustan a modelos prefijados. El juego es muy importante tanto en su obra como en su modo de trabajar, y esa idea queda patente en tres ámbitos principalmente. En los elementos representados: la mayor parte son piezas infantiles, objetos decorativos o de uso cotidiano, así como en la forma de tratar y configurar esos elementos: los pinta, rompe, mutila, ensambla o compone de tal o cual forma, como si estuviese jugando con ellos, y también en la manera en que afronta una pieza: prueba, borra, repinta, modifica e incluso interviene con spray como si se tratara de un acto vandálico hacia su propia pintura.

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, actualmente vive y trabaja en Madrid. Ana Barriga cuenta entre sus últimos logros curriculares con el Premio Internacional de Pintura de la Fundación Focus, el de Artes Plásticas de la Universidad de Sevilla, CICUS y Generaciones 2019, ambos conseguidos en 2017; ha sido seleccionada en distintas Becas de Residencias para creadores y cuenta con piezas en colecciones como la del Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga o la Colección DKV.
Ver Bio Artista.

 

El Niño de Elche

Nuestras vidas están construidas a partir de un sinfín de ritos cotidianos, muchos de ellos asumidos de forma inconsciente como necesarios para el transcurrir de nuestros días. La liturgia de las horas de comida, la forma en la que nos levantamos de la cama, el orden de la ropa con la que nos vestimos, nuestra forma de ir al baño, el lugar donde leemos las últimas páginas de un libro antes de dormir, el primer beso en una noche de amor o la taza donde vertimos el primer café de la mañana, todo, tiene su lógico sitio en el juego compositivo inevitablemente aleatorio que sostiene nuestro estar en el mundo. Todo acto ritual está relacionado con el hecho de la celebración. Una fantasía social que mantiene al ser humano en contacto con las fuentes de la creatividad a través del gesto.

Es cierto que si hay algo que nos diferencia de los animales es el hecho de la fiesta pero Ana Barriga no ha llegado a nuestro mundo para pintarnos una realidad materialista siempre subjetiva, sino para recordarnos la posibilidad imaginativa de nuestros corazones. No deberíamos olvidar —y por eso es tan relevante y necesaria la existencia de la obra de Ana— que cuando hablamos de mirar u observar imágenes estamos hablando ineludiblemente de nuestra imaginación y su poder generador de cambio. Una abolición de nuestros poderes y de nuestra percepción. La fascinante posibilidad de apreciar a cada minuto la risa, la canción, la caricia, la danza, en definitiva, cualquier gesto absoluto que nos cambie la vida a cada instante. Y es que no hay mejor forma para estar consigo mismo que lo imaginativo, esa ensoñación —siempre en privado— que consigue la visualización de imágenes claras y que nos invitan a esa fiesta de los sentidos.

A eso juega el gato de Ana Barriga. Un jugar como vital acto político ya que no hay mayor actitud política que la que se hace desde lo lúdico. Pero no entendamos a este gato de Ana —y desde hoy de todos nosotros— como un ser nihilista ensimismado en su experiencia desapegada. Su fantasía no pertenece al mundo de lo ilusorio sino que es capaz de generar vínculos con la razón y el mundo de los hechos por eso —y desde ahí— todo acto de fantasía debe ser incluyente, nunca excluyente. Este animal a veces humano nos muestra el legítimo exceso de festejar que no es más que abrirse al otro o a lo otro. Ana sabe bien del abrazo sin método, ese que reconoce lo material como tacto u olor y no sólo como deslumbramiento. Ante gran parte de una sociedad conservadora que anhela una vida fija e inmutable, está la necesidad de crear una sociedad repleta de soñadores y visionarias que nos recuerden a cada momento el poder y la capacidad de fantasear más allá pero también aquí y ahora.

La vida como constante acto creativo, el arte como constante acto vital, una fiesta constante con uno mismo, como el gato de Ana Barriga, ese que sabe que un día perfecto es en el que has podido apreciar el milagro diario que tiene guardado tu ángel para ti. Por eso —y como el gato de Ana— ya puedes sonreír y sentirte feliz, estás delante de él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ana Barriga ‘Don Goyo’

Este corazón existe para poner incienso dentro y para buscar en sus letras formas de referirse a los genitales con cariño y calle…

¡Ay mi Goyo! Qué calentito está entre tus orejas y enfrente de mis narices para oler el incienso de amigos y amantes como reyes y magos de ahora, ya tu sabes, y de antes. Olor de suertes compartidas que encuentra con cariño las partes más íntimas. En ese momento de un día perfecto.

 

Don Goyo, 2021
Artista: Ana Barriga. Técnica: Alma de aluminio y lacado vidriado terminado a mano. Medidas: 17 x 18 x 14 cm. Edición de 15. Precio: 920€.
→ Unidades disponibles: 5

COMPRAR

 

+ info https://wecollect.club

con el apoyo de
aecid
En tu mail! Ingresa tu dirección de e-mail para recibir novedades, convocatorias y lo más destacado de hipermedula.org
×