Protolito/Limen de Sofía Durrieu

Ciudad de Buenos AIres, Argentina. 7 de junio al 15 de Julio.
Protolito/Limen de Sofía Durrieu
Ruth Benzacar Galería de Arte
Juan Ramírez de Velasco1287
Teléfono: +54 11 4857 3322
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SOFIA DURRIEU

PROTOLITO/LIMEN

Inauguración: Miércoles 7 de Junio, 18hs. Sala 1

Ruth Benzacar Galería de Arte presenta la primer muestra individual de Sofía Durrieu en nuestro espacio.
La exposición reúne tres grupos de trabajos, organizados en el cuerpo de la sala como si esta fuese un templo y estará acompañada con texto de Patricio Orellana.

Dispositivo, ritual, instrumento, juego, festín, ridículo, gesto cotidiano. “PROTOLITO / LIMEN” reúne tres grupos de trabajos de Sofía Durrieu, orga – nizados en el cuerpo de la sala como si esta fuese un templo. La exposición, acompañada por un texto de Patricio Orellana, se desplegará en la Sala 1 de la galería e inaugurará el próximo miércoles 7 de junio, desde las 18hs. Hasta el 15 de Julio.

Para esta ocasión, tres grupos de trabajos fueron realizados. El ejercicio fue un intento de trabajar con lo paradojal subyacente a la organización categórica con la que aprehendemos y experimentamos el estar-en-el-mundo.

Esta organización, es, en esencia, una herramienta ambigua (tri, cua, quintigua también). Por un lado es habilitante: la constricción de lo que tiene bordes claros nos protege, nos permite movernos en un mundo inconmensurable, fijarlo y operar sobre el. Por el otro, esta retícula taxonómica, aplana lo múltiple a lo unívoco, confinándolo a lo conociblesperable, signa nuestra experiencia a lo que se sabe y se pre-ve, mientras relega al lugar de “excepción” a toda emanación difusa, a toda resonancia poética. Para los enciclopedistas franceses de la iluminación, lo que estaba fuera de lo clasificado -pesadilla de lo que se hace fuera de los márgenes- eran los monstruos. Discernir, separar y categorizar es un abrigo para salir a lo vasto vertiginoso enorme, un instrumento para pro -tegernos de la amenaza de lo inabarcable. Con el tiempo, el abrigo se convirtió en cáscara, y en ella quedamos encerrados, habitándola como mundo. Sin embargo, un instrumento es también algo que suena, resuena. La línea que divide las cosas, no es acaso una zona? Existen la tinta pura y el absoluto papel?

Ambos se reciben mutuamente. Las tres tipologías que presentan los trabajos, proponen formas de la experiencia bajo aspectos clasificadores para nosotros familiares: lo físico material, lo emocional, lo mental/ racional/relacional (distancia). Están organizados en el cuerpo de la sala como si éste fuese un templo, porque esa manera de recibir la experiencia vital es un sistema-de-creencias que se presenta tan doc – trinario como cualquier intento de reducción de lo que se presiente como fuerza creativa inabarcable. Por que entonces insistir en ese destilado categórico? Al mismo tiempo que lo “refuerzan”, los trabajos intentan abrir la pregunta por lo difuso, lo transversal. Desde lo familiar-conocido proponen afinar la sensibilidad en la experiencia directa de las cosas juntas, simultáneas, indistinguibles, derramadas. La certeza práctica de lo reconocible deviene entonces un puente-hacia-lo-mas-amplio, la forma abarcable es un conducto hacia lo que no se ve ni se logra comprender.

El templo es también un lugar que llama a lo que esta “más allá” y en los rituales, las for – mas son símbolos, los símbolos, conductos hacia otra cosa. Esa otra cosa, está mas allá? Después? En otro plano? Al final de la sala, un dispositivo-ritual-instrumento-juego-festín-ridículo-gestocotidiano propone una puerta. Metafórica, metamórfica, material y no-material, invita a desandar el mito platónico-aristofánico, en el cual estamos condenados a sufrir nuestra imperfecta existencia, escindidos, separados de lo ideal. Es en ese fragmento mismo, ”carente”, “condenado”, adonde está la posibilidad de jouissance, el jugo vital. Al beberlo, nos encuentra, nos modifica, se funde en/con nosotros. Comunión no organizada, alteración resonante de la identidadcuerpoemocionpsiquisespiritu que transforma la estructura mientras permanece igual a sí misma.

El más allá, acá mismo. Un intento de trascendencia en la inmanencia, que me disculpe la historia de la filosofía. Y ahora que esta todo bien explicado, he de confesar: en definitiva, creo que es una muestra acerca del amor, o bueno, de ir al encuentro de lo amoroso, adonde -si bien esta acá mismo- nunca sabemos que hay. camino haciendo líneas rectas? ¿Dónde está ahora? ¿Encontró lo que buscaba?

Cuando vi una de sus obras en el agua recordé del drama de Ofelia. Pero enseguida me llenó un aire nuevo, actual, presente. Sentí una nueva Ofelia, una más viva que nunca, una que elige, sabe, dice, hace, es libre aquí y ahora, y ¡no le cuesta la vida! Existe un poder que permea cada ser y cada cosa.

¡Entreguémonos! sintamos con la lógica verdadera y profunda que nos ofrecen los sueños, donde todo lo que conocemos se con – jura para mostrarnos lo que necesitamos ver. Sofía Durrieu En antropología, liminalidad (del latín limen ‘un umbral’) es la cualidad de ambigüedad o desorientación que se produce en la fase intermedia de un rito de paso, cuando los participantes ya no mantienen su estatus anterior al rito pero aún no han iniciado la transición al estatus que mantendrán cuando el rito haya finalizado. Durante la fase liminal de un rito, los participantes “se encuentran en el umbral”[3] entre su forma anterior de estructurar su identidad, tiempo o comunidad, y una nueva forma (la que establece la finalización del rito). Es una etapa de apertura, indefinición, ambigüedad y confusión.

El concepto fue desarrollado por primera vez a principios del siglo XX por el folclorista Arnold van Gennep y retomado posteriormente por Victor Turner. En oposición a Durkheim, Van Gennep sostenía que los grupos y las instituciones sociales son necesarios para el desarrollo humano, y resultan de la complejidad en las relaciones sociales. Dentro de la sociedad, el individuo es una fuerza que tiene poder creativo y puede cambiar las cosas de estructuras y ordenes mas grandes que el. Más recientemente, el uso del término se ha ampliado para describir el cambio político y cultural, así como los ritos.

Durante los periodos liminales de todo tipo, las jerarquías sociales pueden invertirse o disolverse temporalmente, la continuidad de la tradición puede volverse incierta y los resultados futuros que antes se daban por sentados pueden ponerse en duda. Traducción del texto de la imagen de Johann Zahn con cita de de Lucrecio (grabado del dragon) Hasta tal punto de todas las cosas se desprenden emanaciones propias en continuo fluir, se expanden en derredor hacia todas las direcciones, y no se concede, si quiera a intervalos, pausa ni reposo alguno en el fluir, ya que en todo momento sentimos, y siempre nos es dado ver los objetos, olerlos y oírlos soñar. Ademas, dado que una determinada figura que hemos palpado en la oscuridad la reconocemos idéntica a la que contemplamos a la luz del dia, en plena claridad, es preciso que el tacto y la vista se estimulen por cause semejante >>
Se denomina protolito a una roca que es un precursor de una roca metamórfica, es decir, que representa su estado antes de sufrir los efectos del metamorfismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Protolito/Limen Por Patricio Orellana

Desde el título de la muestra, Sofía Durrieu nos avisa que está detrás de algo primario, primitivo, previo, algo anterior a una forma que, por más antigua y perenne que parezca, no puede ser la primera. Un cuerpo que todavía aloja la promesa de una metamorfosis, pero la deja en suspenso, arrojándola a la imaginación: el protolito. También, sospecho, le debe haber atraído ese falso diminutivo, que reaparece en los nombres y descripciones de sus piezas (“Paisajito”, “cuerpitos azulejados”) y le otorga a ese concepto un poco nerd y abrumador un aire de sencillez y cotidianidad, una escala al alcance de la mano.

El título se completa con otro término: “Limen”, que se detiene en los “pasos previos” a la entrada o salida hacia otro espacio, que pretende convertir un borde en una zona, un pasaje en un paisaje: un templo. Y que también nos invita a pulir una superficie áspera hasta volverla más apacible y receptiva. Y a limar. La muestra reúne trabajos de diferentes grupos. Pero a todas las recorre un gesto que insiste: la búsqueda de volver sensibles procesos (hábitos, posturas, movimientos de energía) que tenemos automatizados.

Un ejemplo es la manera en que Durrieu crea empalmes mecánicos para conectar fenómenos que en principio ocurren a distancia, como si empleara el instrumental remanente de las “sociedades disciplinarias” (esa fascinación por la delicadeza y el sadismo de las herramientas de la medicina quirúrgica) para desanudar los mecanismos igual de perversos de las “sociedades de control”. (La manera en que estas dos formas de poder aún conviven quedó más clara con los encierros asociados a la pandemia). Por eso Durrieu pudo ver, en esas gigantografías con agujeros en donde iría la cabeza para que los turistas pongan ah í la suya y se saquen fotos, resonancias de los tratamientos y retratos brutales de pacientes histéricas en La Salpêtrière en el siglo XIX.

Pero con “volver sensible” no quiero decir sólo visibilizar, como quien apuntara con una linterna a un cuerpo preexistente, de contornos precisos, que aguardara en la oscuridad. Volver sensible también es fabular. De ahí que algunas de las piezas de Durrieu remitan a personajes y ambientes del mundo fantástico: una carroza, un dragón, un lago, un cisne. Volver sensible es sentir, tocar y escuchar. “Un instrumento es también algo que suena”, apunta Durrieu en sus notas sobre la muestra: el gesto de transformar un objeto en un útil deja un resto, una vibración que sobra y que es el eco de otra posibilidad para esa mano y ese objeto. Como me recuerda Sofía que decía Atahualpa Yupanqui sobre los ejes de su carreta: “si a mí me gusta que suenen / ¿pa’ qué los quiero engrasar?”.

En una carta a su amigo Hélio Oiticica, Lygia Clark detalla que lo que le interesa es “la fantasmática del cuerpo, y no el cuerpo en sí”. La frase -que fascinó a Oiticica- no dice “representación” o “idea”, sino fantasmática, un término más dinámico (como el de “miembro fantasma”, o la percepción protésica de una parte supuestamente ausente) que anuda lo representativo, lo sensorial y lo afectivo, lo material y lo inmaterial, de una manera poética y hasta narrativa (el fantasma como metáfora y como personaje). Una zona “liminal” que se acerca lo más posible al contacto entre el cuerpo tal como lo sentimos “desde adentro” y la imagen que de é l nos hacemos “desde afuera”. Sospecho que a eso apunta Durrieu cuando escribe cosas como “identidadcuerpoemocionpsiquisespiritu”. Y en sus trabajos maravillosos.

 

 

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